El feminismo no ganará a través de la violencia sino través de la inteligencia.

Las mujeres estamos en una guerra que vamos perdiendo. Como perdedoras,  ponemos las muertas, cada día la violencia extrema por el machismo, nos diezma.  En el recuento de las bajas, estadísticamente, 11 mujeres al día pierden la vida en México, por razones de género.

Hay un enojo desbordado que se manifiesta rompiendo todo ¿Pero en verdad romper todo es el camino?

Admito que yo también siento rabia cada vez que leo las noticias en las que las protagonistas son niñas y mujeres ultrajadas y asesinadas y me lleno de impotencia cuando leo que sus madres peregrinan en busca de justicia y se topan con un muro de impunidad.

 Yo también he querido romperlo todo, pero luego caigo en la cuenta que para ganar una guerra se necesita estrategia e inteligencia.

  No olvidemos que la furia es una espada que no reconoce víctimas ni victimarios, corta parejo y digo eso porque al destruir sin ton ni son, no sabemos si atacamos aliadas y aliados en la danza de la sinrazón.

Sé que la lucha y muchos de sus métodos son justos pero nos falta delimitar que el enemigo son las ideas, no las personas. Las personas solo necesitan ser reeducadas y la violencia deslegitima el objetivo.

Leía que en algún estado de la República feministas destruyeron el vehículo de una mujer que lloraba ante el desastre ¿Es en serio?

Luego leí la amarga queja de una amiga activista a favor de los derechos de las mujeres, las niñas y los niños, que vio amenazada la integridad física de su familia el día de ayer durante la protesta en nuestra ciudad capital ¿Cuál es el resultado de enfrentar violencia con violencia? Que entre nuestras patas también nos llevaremos a inocentes.

La violencia siempre será la salida fácil de los brutos, de los carentes de argumentos, y compañeras, a nosotros nos sobran argumentos, nuestro enojo es justo, pero somos más que simple enojo.

  La violencia es la estrategia del que se siente más fuerte, pero deja al descubierto su flaqueza mental. Con ella nos convertimos en lo que decimos atacar.

Sé que romperlo todo le ganó visibilidad a la lucha que empezó desde 1995 a raíz de las muertas de Juárez, año de arranque de un peregrinar pacífico que cobró impacto hasta hoy, con la radicalización. No obstante, romper todo,  ya logró hacernos visibles, es momento de escalar en el método, ese ya dio de sí.

No se trata de salir cada 8 de marzo a destruir espacios públicos y privados, el objetivo es mucho más difícil de lograr que la simple catarsis de unas cuantas estrellando bates de beisbol contra vidrios.

 Toca romper las estructuras de pensamiento que solapamos inconscientemente. Destruir como el machismo nos ha destruido, nos convierte en soldados de la intimidación y lo que pedimos es algo tan noble como la libertad. Y nos queremos libres todas y todos. De ahí que el diálogo sea la mejor arma. La empatía y las explicaciones serenas, ganan más adeptos que el enojo y el enfrentamiento.

 Nuestro verdadero objetivo es convencer a través de la razón, que vivimos en un sistema injusto. Es evidente que es una tarea difícil  la de  cambiar una cultura arraigada a través de la costumbre, pero el ojo por ojo no es opción ¿De qué nos sirve una sociedad ciega?

 Es mejor ser luz, arrebatarle los fieles a la misoginia con el poder de la disuasión, somos más, mucho más, que la horrible necesidad irracional de ver correr sangre ¿no creen?

Compartir esta página

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *