El hartazgo del personal médico y el colapso de los sistemas de salud: realidad que calla la estadística de Covid-19

 

Durante la segunda guerra mundial los nazis usaron una estrategia que resultó un éxito en su lucha por deshumanizar al pueblo judío: numerarlos.

 Al entrar al campo de concentración niños y adultos eran privados de su nombre y a cambio les asignaban un número con el que los guardias evadían en su mente la magnitud de la masacre que llevaban a cabo.

Ese fue uno de los métodos más eficaces para que el mundo no alzara la voz ante el genocidio que duró más de 5 años y que cobró la vida de más de 6 millones de personas entre las filas judías además de homosexuales, discapacitados e incómodos al régimen asesino de Adolf Hitler.

Esto viene al caso porque desde que empezó la pandemia de coronavirus, los gobiernos solo han contabilizado cifras. Fríos números que no dicen nada más profundo, conforman las estadísticas diarias tanto de contagios como de fallecimientos por Covid-19.

En ese sentido, ayer nuestro país sumó oficialmente más 115 mil decesos relacionados a complicaciones del endemoniado virus que provoca múltiples alteraciones relacionadas con procesos inflamatorios y coágulos de sangre.

Usted se preguntará ¿Por qué a pesar de la alta letalidad, la población sigue sin asimilar la dimensión del problema y opta por ignorar las medidas sanitarias? Porque no hay una interiorización real de la peligrosidad del maldito bicho.

 Por eso en las calles es evidente el no cumplimiento de la sana distancia, por eso, la gente usa mal el cubreboca (deja la nariz de fuera), por eso las fiestas clandestinas no paran.

 Lo peor de ese escenario es que se toma conciencia de la peligrosidad del sars-cov-2, hasta que toca a alguien conocido o a un familiar.

Es hasta ese punto cuando en las familias se hace patente el miedo y es cuando se toma conciencia.

Entre las autoridades pasa algo similar. Aunque se modifiquen legislaciones, las medidas para evitar aglomeraciones han sido blandas desde que el coronavirus empezó a cobrar vidas.

En Zacatecas hace meses se endurecieron las sanciones contra quien irrespetara las medidas de protección contra el mal, sin embargo, hasta el día de hoy no hay en las calles autoridades llamando la atención a las personas que usan mal el cubrebocas o no respetan las medidas sanitarias. La laxitud a la hora de aplicar las reglas existentes, provoca una percepción de abandono entre la sociedad y de que no es real el peligro.

 Y es que, toda la cruzada contra el coronavirus, queda en la retórica cuando urge que lo que se litiga en medios de comunicación se manifieste en las calles.

Regresando al tema que nos ocupa, el hecho de publicar números todos los días no contribuye a que se asimile el mal que nos aqueja.

 La información cotidiana de estadísticas provoca una especie de anestesia de la realidad entre la población. Por eso no se enteran que personal médico y de enfermería están a punto de tirar la toalla en los nosocomios ante las decenas  –solo en nuestro estado- de bajas.

Hasta la población no llega la realidad de que hay galenos que dado el ineficiente equipo y el valemadrismo de la autoridad para blindarlos contra el virus, se niegan a atender a los contagiados.

¿Y cómo los culpamos si han hecho todo lo posible por librar una batalla en la que la sociedad los está dejando solos? Debería preocuparnos la realidad ya que si caemos en los servicios de salud  públicos, es posible que se nos niegue la atención.

Si tenemos la fortuna de tener recursos para pagar hospitalización privada, es posible que terminemos en la quiebra ante los ya documentados abusos denunciados de esas instituciones.

Si algún ser querido tiene la desventura de necesitar atención, debemos hacernos a la idea de que su vida estará en riesgo, tanto por las deficiencias de los servicios de salud públicos, como de la falta de capacitación para su atención.

Esa es la realidad que no cuentan los números. La realidad de un sistema de salud al borde del colapso, en el que faltan analgésicos  tal como lo denunció en días pasados personal del  ISSSTE.

De ahí, que los más sensato que podemos hacer para conservar nuestra salud y la de los que amamos  es quedarnos en casa y si debemos salir no echar en saco roto todas las medidas sanitarias.

Nuestra vida y la de nuestros seres queridos está en riesgo, si eso no nos mueve a cuidarnos, no sé qué lo hará.

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