Muchos de los políticos que hoy se postulan para un cargo de elección popular, tienen alguna convergencia en las decisiones de nuestro país y son responsables de la catástrofe económica en la que estamos sumergidos, aunque quieran desligarse terminan relacionados.
Como lo establece el Código de Ética, todos los que aspiren a un cargo público deberán cumplir con los principios de: legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia. Sin embargo, algunos ex funcionarios y funcionarios están involucrados por el mal uso de los recursos públicos o señalados por la opacidad y discrecionalidad, No existe castigo alguno para esta clase política, tal parece que la recompensa es encabezar las listas plurinominales, alguna reelección o simplemente participar en el proceso electoral sin importar los atropellos que hayan ocasionado.
Como en cada administración llegan prometiendo castigo, cárcel y hasta presentan denuncias públicas ante la Fiscalía General de la República (FGR) contra sus antecesores. Una vez que concluyen las campañas, llegan los acuerdos y un carpetazo a las investigaciones.
¿Qué nos hace creer que la vieja clase política que ha gobernado por generaciones en el Poder Ejecutivo y Legislativo, pondrá un castigo ejemplar aquellas figuras que hicieron mal uso del poder? o ¿qué nos hace pensar que aplicarán todo el peso de la ley para aquellos futuros funcionarios que cometan corrupción o abuso de confianza en los puestos públicos?
Es una lástima que las opciones de un cambio verdadero y real para nuestro estado, se estén convirtiendo parte de un discurso obsoleto. Cuando son los mismos políticos de siempre, serán las mismas prácticas, no hay mucho que esperar.
Los zacatecanos merecen una clase política diferente, con visión de Estado, con objetivos claros para sacar adelante la economía de la terrible crisis por la que atravesamos, y no los vendepatrias que solo buscan acomodarse en algún puesto político.
