Tabasco exige ¡Justicia para Omar!

Foto: Tabasco Tv

Por Norma Galarza

Una cámara casera de vigilancia desmontó los planes de los policías estatales, presuntos integrantes de las Fuerzas de Reacción Inmediata (FRIZ), que el domingo pasado se llevaron a Omar y a Abel de un predio familiar. Los policías llegaron al área conocida como El Mirador -cerca de la colonia Linda vista- en la cabecera municipal de Tabasco,  a un costado de la carretera federal 54; con tres patrullas y un camión tipo Rino. Los primos estaban solos a la altura de una ladrillera, donde, como evidencia, quedó un hilo de la sangre de Omar Dávalos Ledesma, herido en el lugar. Los jóvenes gritaron por ayuda, lo que supo Alma Delia, tía materna de Omar, que llegó en pocos minutos al lugar, se identificó y exigió que la dejaran verlos mientras trataba de brincar el cerco policial.  Pero no la dejaron pasar. Ante su insistencia, le cortaron cartucho. 

Lugar de los hechos

Al voltear para arriba vio el auto de su sobrino. A él ya no lo volvió a ver con vida. La comitiva se alejó del predio urbano y se llevó también la camioneta. Ella corrió a la carretera federal 54, colindante con el lugar de los hechos,  para ver la dirección que tomaban. En un primer momento eligieron el sur, rumbo a Jalpa, pero luego corrigieron la ruta en contrasentido. En ese momento Alma llamó a la tía paterna de Omar, la adrenalina las motivó a seguir al convoy que llevaba a los jóvenes. Los alcanzaron en el cruce que conecta la entrada de la cabecera municipal y la carretera federal. Empezaron a preguntarles a dónde se los habían llevado, pero los elementos negaron todo. Alma Delia les increpó porque el camión tipo Rino que entró a la propiedad familiar era el mismo. Luego para continuar con su mentira, le dijeron que los llevara al lugar,  reviró que los había visto. Negaron todo, sin embargo, ella atajó: tenemos videos. 

Sangre sobre la tierra

Poco rato después, otro grupo de policías acudió al lugar a verificar si era verdad que había cámaras. También fueron grabados. Hasta la parte vial donde se encontraban, empezaron a llegar más familiares y amigos en vehículos, de tal suerte, que bloquearon la salida del camión. Ahí empezó el bloqueo carretero para exigir que les entregaran a los muchachos con bien. También empezaron las contradicciones oficiales. Pasadas las 8 de la noche, el regidor José Manuel Carillo,  presidente de la Comisión de Prevención del Delito y Delincuencia, dio un comunicado en su red de Facebook. 

Estaba enterado que dos jóvenes del municipio habían sido privados de la libertad por policías estatales y que sus familiares habían tomado la carretera. Dijo que la información que se tenía hasta ese momento, era que los jóvenes habían sido llevados a la Fiscalía de Zacatecas y que las autoridades contactaron a la familia por medio de llamada. Trataron de engañarlos al poner al teléfono a otra persona fingiendo ser Omar o Abel.  Pero ya había desconfianza en que realmente fueran ellos. A esa hora, una comitiva familiar viajaba a la capital del estado a verificarlo. Los acompañó el Ejército Mexicano y policías municipales. En espera de confirmar que los jóvenes se encontraran bien, la carretera siguió tomada. El regidor también exhortó a no creer la versión de que se había registrado un enfrentamiento y una agresión armada donde había resultado un muerto y un detenido. Pero esa era la versión oficial que minutos antes publicó en la misma red social, la Vocería de la Mesa de Construcción de Paz.

El bloqueo carretero siguió hasta después de las dos de la mañana, cuando Rodrigo Reyes Mugüerza, el secretario general del gobierno, llegó a informar que Omar estaba muerto. Pidió ahí que liberaran al Rino que quedó entre el cúmulo de autos que fueron llegando a respaldar a la familia.  El enojo, el dolor y la indignación de los presentes no se hizo esperar, pero fue parado con gas (lacrimógeno o pimienta) mientras el secretario observaba. Se logró el objetivo, se dispersó la manifestación, pero no la indignación y el coraje. 

El lunes 18 de noviembre, Tabasco amaneció de luto. Pero también amanció unido. Las autoridades municipales, en voz del regidor José Manuel Carrillo, fijaron postura. Se confirmó que Omar estaba muerto. El funcionario lamentó la mentira oficial y recordó la conversación con el teniente coronel Báez, encargado de la zona militar de Villanueva, que le había asegurado que llevaría a las personas que habían viajado a Zacatecas a encontrarse con los jóvenes. Además le dijo que él tenía información de sus superiores que allá estaban y que estaban bien. Pero todo fue una treta construida para salvar la farsa oficial y dejar impune el asesinato de Omar. Más tarde, el mismo día, Carlos Fabián Vera Loera, el alcalde panista,  emitió un comunicado para informar la cancelación del desfile del 20 de noviembre y reiterar el repudio a la versión que intenta criminalizar a dos tabasquenses.  

Y es que, la detención de ambos, que concluyó con el asesinato de Omar y la liberación de Abel, ocurrió en  condiciones preclaras. La Fiscalía abonó a la incertidumbre, al emitir un comunicado en el que dijo investigar hechos relacionados con los dos jóvenes de Tabasco. En él señaló que seguía una línea de investigación tras recibir un informe de elementos de la Policía Estatal de que realizaron la detención de un hombre, en “las inmediaciones de un camino de terracería que conduce a la presa Julián Adame” (¿en Tayahua?).  En ese lugar, continua el escrito difundido en Facebook, “se llevó a cabo el procesamiento y levantamiento de un cuerpo del sexo masculino sin vida, así como el aseguramiento de un vehículo y diversos indicios”. Contradicciones que no concuerdan y acrecientan la indignación. El miércoles fue el sepelio de Omar. Cientos de sus paisanos acompañaron el féretro, mientras de fondo la banda tocaba “Te vas ángel mío, ya vas a partir”. Decenas de pancartas daban rostro a una sola exigencia: ¡Justicia para Omar! Porque a Omar lo mató la autoridad, pero Tabasco es mucho pueblo para solapar la injusticia.

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