Imagina un México donde el pueblo decide quién juzga: Hugo Aguilar, mixteco de Oaxaca, lidera la Suprema Corte, el primer indígena desde Benito Juárez en 1857. Juárez luchó por justicia independiente en tiempos caóticos; Aguilar trae esa herencia viva. Yasmín Esquivel, funcionaria impecable, sobrevivió la campaña más oscura y costosa de la oposición, saliendo más fuerte que nunca.
En Zacatecas, brillan dos favoritas del pueblo: Valeria Rosas, la jueza más votada, fruto del cariño y confianza de la gente de a pie, y Mara Muñoz, quien con temple derribó prejuicios de género para llegar a la Corte penal. Valeria, con su trayectoria en derechos laborales y mirada cercana; Mara, símbolo de igualdad y coraje.
Este cambio trae transparencia: el Órgano de Administración Judicial elimina lujos, revisa cada peso para eficiencia real. La Comisión de Honor garantiza ética pura, basada en mérito, no en conexiones. Así nace un Poder Judicial humano, para los vulnerables.
Y en el primer informe de Claudia Sheinbaum, resultados palpables: la presa Milpillas en Zacatecas asegura agua, riego y energía limpia, impulsando empleos y agricultura. El programa de autosuficiencia en frijol fija precios a veintisiete pesos por kilo, apuntando a trescientas mil toneladas. Clínicas nuevas en Jerez y Guadalupe, más treinta y un hospitales en 2025, quirófanos equipados, medicinas al 90%.
Seguridad brilla: homicidios caen un cuarenta y dos por ciento con Paz con Justicia, desmantelando redes criminales. Mientras la oposición señala, recordemos sus sexenios: promesas rotas, deudas y miedo. Hoy, hechos reales hacen sus críticas huecas. México avanza: justicia democrática, salud universal, seguridad tangible. Vamos bien, repite Claudia, construyendo a pasos grandes el segundo piso de la Cuarta Transformación. Falta mucho, pero ya inició y nadie lo para.