Tambores de guerra

«En política no hay enemigo pequeño»

Adagio popular

Si como dicen los chinos el miedo conduce al fracaso, ayer quedó claro que Claudia Anaya Mota, tiene espíritu de triunfadora.

En el estacionamiento del Palacio de Convenciones al que se dieron cita simpatizantes e integrantes de la alianza que la respalda en la aspiración de gobernar Zacatecas, la Senadora, hizo sonar tambores de guerra al cumplir con el registro a la precandidatura para ese puesto, por el Revolucionario Institucional.

Emocionada hasta las lágrimas, Anaya Mota, puso la sal en un proceso electoral que lucía muy desangelado porque lo inauguró el enfrentamiento interno entre militancias de las dos alianzas que encabezarán una previsible encarnizada lucha por quedarse en el lugar de Alejandro Tello Cristerna.

No obstante,  la que Va por Zacatecas y que conforman PRI-PAN y PRD, en el evento protocolario ante la Comisión de Procesos Internos del PRI, dejó claro que hay ánimo de pasar la página y volcar todo el respaldo hacia su pretendiente a Gobernadora.

Eso no significa que la pugna por el sufragio popular en cuestión,  tendrá una pizca de tersura. Al contrario.

En honor a eso, al son de las matracas, Claudia Anaya Mota aclaró que no será una oponente tibia ni timorata.

Bastaron dos frases para darse cuenta que la aguerrida legisladora ya desenfundó la espada ya que a la par que resaltó su  trayectoria que presumió limpia y de compromiso con sus paisanos, lanzó dos fuertes pedradas contra quién será indudablemente su principal oponente: David Monreal. Las frases: “no provengo de ningún legado familiar, sino de la cultura del esfuerzo y No se me puede señalar de corrupción”  arrancaron ésta época de tomatazos.

Quien esperaba un proceso sin descalificaciones ni guerra sucia, debe esperar sentado porque esto apenas empieza.    Del lado de la alianza a la que las encuestas dan una notable desventaja, su virtual representante,  sabe a lo que se enfrenta: al puntero en las encuestas, por eso lanzó el primer misil.

Sabe que en esta guerra no tiene mucho que perder porque al final si no gana la gubernatura, todavía tendrá otros 3 años en el Senado de la República. A pesar de eso, dejó claro que no será una oponente fácil y está dispuesta a echar toda la carne al asador.

Sabe de su trayectoria política limpia, ensombrecida si acaso por el chapulineo que la marca, que no es gran cosa, porque en ese rubro ningún adversario puede tirarle la primera piedra.

Lo único que le hace una leve sombra según sus detractores es una nimia acusación de despotismo contra algunos de sus empleados, cuestión que es corregible.  Ese es el único escándalo que empaña su historia, de ahí en más, no hay tela de dónde cortar.

Aunque le busquen, la honestidad  y la reputación de una mujer comprometida y muy trabajadora, quizá resulten más relevantes a la hora en que el lodo se haga presente en el enfrentamiento entre bandos antagónicos.

Por eso sabe que puede darle un susto a quienes ya se visualizan remodelando en guinda, la Casona ubicada a un costado de la Catedral en la plaza de Armas de la capital del Estado.

En la estrategia discursiva con la que se presentó en la contienda Anaya Mota dejó claro que el ritmo lo marcará ella.

Dejó claro que aunque  su camino es cuesta arriba, por todo lo que significa este proceso electoral en el que los 12 años del PRI en el poder advierten hartazgo social contra el supuesto némesis de la 4T, ella no se sentará a esperar la derrota, al contrario peleará con todo por el triunfo.  Vienen tiempos interesantes ¿no cree?

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