Por Pilar Pino
Este año los precios de los productos se han incrementado de forma sostenida, lo que se refleja en que nuestros salarios ya no alcanzan para comprar lo mismo que el año pasado. Este es un contexto de inflación generalizada explicado en parte por la invasión de Rusia a Ucrania y los golpes recibidos por la pandemia del COVID 19 que hicieron a miles de negocios cerrar.
Un contexto, en el que la mayoría de las economías del mundo atraviesan una situación complicada debido a la inflación y han surgido nuevos fenómenos económicos que también afectan a los consumidores. En esta coyuntura, se gestó un fenómeno que se ha definido con el término anglosajón greedflation, que en español podría traducirse como inflación de la codicia; situación que complica las condiciones económicas actuales. Se refiere a la estrategia a la que algunas empresas (sobre todo las más grandes) están recurriendo al encarecer sus productos por encima de la tasa de inflación para obtener más ganancias.
Recordemos que la inflación refleja el aumento porcentual de los precios en un territorio en un cierto período temporal. Suele medirse de manera mensual promediando los doce meses para obtener una tasa anual que se compara con las mediciones del año anterior.
Así, el concepto greedflation se define como la acción de las empresas para subir innecesariamente los precios finales.
Dichas subidas se consideran innecesarias debido a que no tienen su raíz en un aumento de los costos. Por tanto, es una inflación que sólo está encaminada a aumentar los beneficios corporativos, perjudicando a los consumidores.
Los sectores que más se han visto influidos por esta estrategia son el petrolero, la venta de gas natural y la de alimentos. Lo que ha traído como consecuencia que los gobiernos de varios países -sobre todo los Estados Unidos- critiquen que algunas compañías se están aprovechando del alza generalizada y de la desaceleración económica que las principales economías están sufriendo.
Existe un debate entre los expertos centrado, por un lado, en que no es un fenómeno nuevo, ya que algunas empresas poderosas utilizan la inflación generalizada como excusa, situación que se agrava en mercados controlados por un pequeño grupo de empresas que se agrupan para modificar el alza d precios a su conveniencia.
Además, la desaparición de empresas, estrechando algunos sectores a pocas compañías, puede estar detrás de esta realidad. Esta concentración llevó a una reducción de la oferta y por lo tanto un aumento de precios.
Por otro lado, otro grupo de expertos considera que se trata de una mera excusa para justificar que las tasas de inflación sigan altas a pesar de las políticas monetarias – continuos ajustes de la tasa de interés- para controlarlas.
Un ejemplo muy contundente lo están dando las empresas petroleras gigantes como ExxonMobil y Chevron que reportaron un enorme salto en sus ganancias. Mientras la primera duplicó la cifra, la segunda la multiplicó por cuatro. Los datos revelaron en marzo, que en Estados Unidos las ganancias corporativas fueron más altas en 2021 o cualquier año desde la década de 1950.
Incluso, el presidente de ese país, Joe Biden, criticó durante una conferencia de prensa a ExxonMobil por ganar «más dinero que Dios este año» en un momento en que la ciudadanía estadounidense enfrenta precios récord de la gasolina -con el efecto multiplicador que trae al resto de la economía-. La petrolera se defendió explicando que durante los últimos 5 años, ha invertido, a nivel mundial, el doble de lo que ha ganado.
Pero no solo es la gasolina o el gas, los alimentos, muchos servicios y una larga lista de materias primas industriales se pagan ahora mucho más caras. Las subidas de precios para ganar más, están elevando el costo de la vida. Las consecuencias las pagamos las personas comunes y corrientes. Por la avaricia empresarial, nuestro nivel de vida decae y se estrechan las clases medias.