Por Christian Adalid del Havre
“Todos los caminos conducen a Roma”.
Dicho popular
La infraestructura en caminos ha sido clave para el desarrollo de pueblos y sociedades. Desgraciadamente, desde que este gobierno llegó, las carreteras han ido a una descomposición tal, que ahora, ya hasta el ejército intervendrá en su mantenimiento. Al menos en el sureste, a donde se va toda la inversión del país.
En noviembre de 2023, el titular de la Secretaria de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, Jorge Nuño Lara, informaba que ya va ejercido y ejecutado el 75% del plan carretero previsto para este sexenio. Además mandaba la idea de que “el Programa Nacional de Infraestructura para el próximo año, no solamente será una lista de deseos, sino una lista de aspiraciones clasificadas y priorizadas, que ya están listas para poder construirse, y las que no, las estamos preparando para que se puedan ejecutar”.
El mismo funcionario mencionaba el reto de invertir, a raíz del ‘nearshoring’ en México, ya que es necesario hacer atractivo a nuestro país en temas de logística en transportes y el traslado de mercancías de forma segura, hasta sus puntos de venta como lo es el sur de Estados Unidos. Pero esto es difícilmente cumplible si no hay condiciones de seguridad en la carretera, ni carreteras dignas.
Según las cifras de Gobierno de la República, a partir del 2019, se ha incrementado el gasto en infraestructura vial teniendo proyectado el año 2023 como el de mayor inversión en carreteras en 11 años, con un gasto de mil 101 millones de pesos. La gran pregunta, es si usted que transita por vialidades federales y caminos rurales o caminos de conexión, ve reflejada esa inversión, si ya no hay baches, si la señalética es suficiente, si las reparaciones por accidentes se arreglan de forma rápida o si por el contrario, ha tenido averías en su auto a causa del mal estado de las carreteras.
Esto sale a colación, porque el pasado 19 de febrero el gobierno del Andrés Manuel, emitió una orden donde le agregaba una carga y un presupuesto más al ejército; le encomendaba el mantenimiento de la red de carreteras, argumentando que las empresas e ingenieros civiles eran corruptos y se manejaban con sosobrecostos. Debemos recordar que quien sí ha generado sobrecostos y gastos faraónicos es el ejército encargado de las tres obras insignias, el AIFA (aeropuerto), que está solo y que el gobierno está manteniendo sus operaciones diarias; la refinería que no refina y que hasta el momento ha triplicado su gasto y el ecocida Tren Maya que duplicó su costo que agrega el gasto del mantenimiento de carreteras de donde se sacaron las materias primas.
Caso similar es la recién reinaugurada aerolínea Mexicana de Aviación, manejada por el ejército, donde también los mexicanos tendremos que invertir para que funcione.
Estas acciones que fueron denunciadas por la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, aunado a la falta de mantenimiento en las carreteras, ponen en jaque el dinamismo económico del país, con carreteras maltrechas, la inversión de las mismas en manos del ejército, que no es garante de ahorros en la inversion, y la no circulación de la economía, detendrá el desarrollo y progreso de las ciudades.
Se debe entender que la marca de la palabra del “Bienestar” ha tenido cuatro elementos, más allá de la propaganda del actual gobierno:
Uno, que está metido el ejército en algún proceso de la acción a implementar.
Dos, que usualmente conlleva a sobrecostos.
Tres, que genera opacidad que se justifica con la seguridad nacional.
Una pregunta para usted ciudadano libre ¿Le gustaría seguir con las condiciones carreteras actuales por los próximos seis años?
DE SALIDA.
La luz de la esperanza iluminará las tinieblas del municipio con la percepción más insegura del país, ese gobernado por la monarquía real.