La sociedad que queremos

 

El debate. INE

Por Christian del Havre 

 

 

“Cuando se pierde el debate, la calumnia se convierte en la herramienta del poder”.

Sócrates

 

 

Estamos en los tiempos que definirán los próximos 6 años en materia de gobierno, políticas públicas y programas. El rumbo del país estará en nuestras manos con el voto.  Según estimaciones del Instituto Nacional Electoral (INE),  el debate del pasado 7 de abril, fue visto por alrededor de 13 millones de personas, de un padrón de más de 100 millones. A poco menos del 15 por ciento le interesó  ver un debate entre los candidatos de los cuales saldrá la próxima mandataria.

 

Ya entrados en el tema, veamos qué sucedió o porqué las personas no  gustan ver debates o si la serie es más interesante. El debate fue moderado por dos excelentes periodistas Denise Maerker y Manuel López San Martín, que tienen buena aceptación social. El formato de participación social fue novedoso al buscar que las personas hagan preguntas directas a los candidatos. Aunque al final se rebasó la expectativa,  ya que solo se eligieron 30 de las 24 mil preguntas que mandó la gente.  Sobre el formato del propio debate, al menos las dos candidatas punteras han expresado su rechazo, ya que faltó tiempo para exponer las ideas y al ser un sorteo de preguntas tenían que cambiar de tema cada minuto y medio, haciendo complicada la interacción y confrontación de ideas.

 

En un debate, a menos que haya una contundencia por la oratoria, retórica argumentativa y elocuencia, más aun en una contienda tan polarizada, cada equipo de simpatizantes de las candidatas se dirá el ganador, encuestas de salida, publicaciones de medios, memes y frases fueron las que abundaron al finalizar este ejercicio democrático.

 

Un debate sirve para que la sociedad conozca ideas, planteamientos, proyectos,  cómo solucionarán los grandes problemas del país o al menos que esbocen qué proyectos pretenden generar para ciertos temas.  El domingo pasado se abordó grandes rubros (salud, educación, combate a la corrupción, transparencia, no discriminación, grupos vulnerables y violencia contra las mujeres), con un tiempo de 120 minutos, con el agregados de las 30 preguntas directas que debían contestar, el formato no generó forma de exposición, dialogo y confrontación de propuestas.  En un tiempo tan limitado, se opta por el contraste con señalamientos de honestidad, corrupción y descalificación personal, con tal que el elector analice y trate de cambiar su opción de voto, desgraciadamente por los números de audiencia la mayor parte de esos, son personas con su voto definido.

 

De los candidatos, Claudia Sheinbaum -la disciplinada, le dicen los comunicadores, aunque no con ello quiere decir la mejor persona-, manejó su mensaje de continuidad ya que presentó cifras y argumentos de que todo va de maravilla, dio a conocer más su trayectoria como jefa de gobierno queriendo marcar un distanciamiento de palacio, ya que la percepción ciudadana es que es la copia del presidente.  e dio el lujo de no contestar a los señalamientos de corrupción e ineptitud de este gobierno. Contrastó que su proyecto es el actual de la transformación y quiso encasillar al otro proyecto como el del pasado. Al final se puede percibir que con ella todo seguirá igual y endurecerá las políticas del proyecto populista del gobierno actual.

 

Jorge Álvarez que  omitió su primer apellido, por el más llamativo que es Máynez, se vio que tienen buena formación para el debate esto por su trayectoria y formación, seguramente en el Instituto Reyes Heroles. No obstante, el lenguaje no verbal también cuenta. En su presentación quiso impactar como la tercera opción, pero se vio más inclinado hacia la transformación de la continuidad. Al final, creo que el debate le sirvió de escaparate para posicionar a su figura.

 

Xóchitl Gálvez, llevó la intención de consolidar el mote de  entrona, pero el formato del debate y sus estrategas hicieron que se limitara y no conectara ideas como otras ocasiones con la ciudadanía. Propuso  proyectos, pero el formato era tan diverso que quedaron en la ambigüedad de la memoria. Se dio el espacio para señalar la incongruencia y corrupción de la candidata de la cuarta, pero al no tener respuesta quedaron como tiros al vacío.  Algo que generó su estrategia,  fue que demostró que la candidata del oficialismo si es un maniquí de campaña.  En su discurso, hubo propuestas como la tarjeta rosa, pero también dispersión de la soluciones. Al final su mensaje de esperanza de cambio se vio opacado por el formato acartonado.

 

Como conclusiones, quedan que ganó la democracia al tener un debate, pero perdió el dialogo y la propuesta por el formato.  Espero haya cambios para el próximo  y se generen otros espacios donde las candidatas puedan generar un verdadero debate de ideas, de confrontación y contraste. Como ciudadanos nos toca analizar y verificar.

Por último le pregunto ¿Ya lo atendieron mejor en el seguro social o issste? ¿Ya encontró las medicinas? ¿Usted a dónde acude cuando se enferma? ¿Su hijo tiene una mejor escuela? ¿Acude su hijo a escuela privada o pública? ¿Estamos o no en un mejor país? Se lo dejo a la reflexión. Hasta pronto.