La estocada final

Por Raymundo Moreno Romero 

 

Por años se ha ido fraguando lo que en estos días aciagos atestiguamos con estupor, resignación o estoico sentido de resistencia: el desmantelamiento de la República democrática y federal para dar paso a un sistema que conocieron bien nuestros padres y abuelos, el de un partido de Estado centralista, autoritario, populista e incapaz de aceptar al pensamiento disidente.

 

La atropellada aprobación de una reforma judicial tramposa, que no toca a las fiscalías o policías porque las mismas ya fueron colonizadas por los poderes ejecutivos, que desmantela la carrera judicial y abre la puerta para que las y los futuros juzgadores solo sean electos luego de pasar por el tamiz del partido hegemónico, en los hechos subyuga a los tres poderes de la unión y nos deja sin contrapesos. Lo que sigue es aniquilar a los órganos autónomos y subordinar a la poca prensa crítica que sobrevive.

Lo que vivimos sí es una transformación profunda y dramática de la vida pública de nuestro país, no la cuarta, sino la quinta. La cuarta fue en el año 2000 cuando a partir de la altura de miras de hombres y mujeres demócratas se logró la anhelada transición pacífica de poderes. La quinta transformación que observamos es regresiva y no tolera el pluralismo, se parece al sistema absolutista del México de Díaz Ordaz o Luis Echeverría, pero adicionada con un elemento cuasi religioso de adoración al líder supremo, al referente moral de un amplio sector de la población que decidió renunciar al albedrío para depositar todo la confianza y todo el poder en un hombre.

Lo que veamos en los próximos días podría marcar el destino de varias generaciones de mexicanos. La presidenta electa comenzará esta nueva etapa bajo la sombra del caudillo y la amenaza de una crisis económica convalidada por sus decisiones. El futuro me parece incierto, espero equivocarme.

 

 

 

 

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