Por Norma Galarza
Por la vecindad con Estados Unidos, el Nearshoring, debía ser una oportunidad para el crecimiento y desarrollo de México, sin embargo, todo apunta a que el país no será capaz de aprovechar ese potencial. Al menos no por ahora, porque no hay condiciones. Para contextualizar, llamamos Nearshoring a la tendencia a relocalizar inversiones del sudeste asiático, a países cercanos a la economía estadounidense en aras de reducir costos logísticos.
Así lo explicó el economista e investigador del Colegio de la Frontera Norte, Edgar David Gaytán Alfaro. De su conferencia quedan varias ideas. Una de ellas es que las entidades de la república colindantes con la Unión Americana, son las más atractivas para ese tipo de inversión. Empero, arrastran problemáticas estructurales como la poca diversificación productiva y la incapacidad para pasar de la manufactura de ensamble a la creación de valor. En otras palabras, carecen de capacidad para pasar de ser receptores de insumos, por su mano de obra barata, a la producción en todas las fases, de bienes de consumo.
Zacatecas ejemplifica a la perfección la premisa que lo condena al atraso pese a que, por su ubicación geográfica, tendría que estar en la mira de los inversionistas de Asia. El enfoque económico dirigido exclusivamente a la extracción de minerales y metales ( los Commodities, que son lo mismo que materias primas), que provoca tasas de crecimiento inestables y volátiles, desmotiva su llegada. Lo ideal, no solo para el estado, sino para todo el país, sería la diversificación de las actividades económicas.
Además, para meter a México en la dinámica de crecimiento, el economista zacatecano, propone impulsar una política industrial. Significa que el Estado tiene que intervenir para orientar al sector a través de subsidios, incentivos fiscales, desarrollo de infraestructura, normas de protección, apoyo para la investigación, entre otros.
Gaytán Alfaro consideró asimismo, que el modelo que podría generar crecimiento, como ya se dijo antes, tiene que colocar al conocimiento en el punto central. China es emblema de una táctica de crecimiento con esa vértebra, ya que en menos de medio siglo, sacó a casi 400 millones de sus habitantes de la pobreza. Su táctica fue la de pasar del modelo de maquila de ensamble, a la maquila creativa. De ser receptor de insumos para la manufactura, por su disponibilidad de mano de obra barata, a la creación de tecnología.
Esa fue la estrategia para reducir la desigualdad en aquel país que gestó un cambio de régimen que lo ubica hoy en el mapa global y en la pelea por la hegemonía económica con el país que a partir de enero, gobernará Donald Trump. Un prototipo de mercado abierto, pero sin ceder espacios torales de control estatal como lo hizo México con el neoliberalismo. Pero ¿Qué está haciendo nuestro país al respecto ?
Si bien por ahora todo apunta a que la prioridad es concentrar el poder y clausurar los contrapesos -cuestiones que minan la democracia- hay un proyecto interesante que refunda el papel del estado en los sectores estratégicos internos.
Y es que, ya se vio, como nos quedó claro con el modelo neoliberal, que un libre mercado sin frenos en las economías en desarrollo, sólo aumenta la desigualdad. A propósito, con la entrada del Tratado de Libre Comercio, nuestro país creció únicamente en rubros en los que pudo competir con los productos extranjeros en desventaja. Creció la producción cervecera, la exportación de ciertos bienes de consumo como el aguacate, que no han encontrado un contrapeso en calidad en el mercado externo, pero sacrificó la producción agropecuaria. De ahí que ya haya quedado claro que la apertura extrema de los mercados internos, no es la panacea.
Hay indicios también, de que la 4T tiene intenciones de adaptarse al modelo global que impulsa el mercado del conocimiento y la creatividad. Para ello, creó la Secretaría de Ciencia, Humanidades Tecnología e Innovación cuya función es mejorar la calidad educativa, a través de programas y proyectos para que los estudiantes cuenten con conocimientos para desarrollar sus habilidades.
No obstante, por ahora la transformación se trata de pelear una hegemonía política interna y parece que para lograr ese objetivo, en el primer piso, todos los esfuerzos se concentraron en subsidiar la pobreza. Pero seamos optimistas, en el segundo piso, se habla ya, de una política que geste la anhelada soberanía alimentaria y es síntoma de que se planea romper con la dependencia alimentaria de las importaciones de granos básicos. El modelo ahora es regresar el protagonismo al Estado.
Los primeros pasos ya están dados con el mensaje de que la recuperación plena de la potestad sobre el sector energético nacional. Incluído el blindaje al litio, el control en Pemex y la CFE. Ojalá se camine en ese aspecto, hacia la desvinculación de la dependencia crónica del recurso público de dichas empresas y ahora sí, se vuelvan productivas y autosuficientes.
Y es que, más allá del ruido político, la 4T sí coloca los primeros ladrillos de un cambio estructural en su modelo de producción. Lo malo que va lento. Tan lento que este 2024, como bien dijo el académico, el 97 por ciento de los 37 mil millones de dólares que movieron las empresas extranjeras en el país, fueron reinversiones. No llegó dinero nuevo como para hablar de que nuestra economía es atractiva, pero tampoco podemos hablar de inestabilidad porque no hay fuga de capitales. Lo cierto, es que seguimos dependiendo de las remesas, son las que nos mantienen a flote. Por lo pronto, es muy posible el Nearshoring, nos pase de largo en el corto plazo, aún cuando hay un proyecto económico consistente, pero al largo plazo. Esperemos que no sea tan largo.
Hasta el lunes.