Zacatecas, Zac., 25 de noviembre de 2024
Los zacatecanos tenemos tantos años viviendo con miedo que se nos volvió una enfermedad crónica a la que, incluso nos hemos acostumbrado. Por miedo, callamos secretos a voces, damos la espalda al sufrimiento ajeno porque creemos que mientras no nos toque a nosotros, estamos bien. Pero no estamos bien, porque como decía el filósofo estoico Marco Aurelio: lo que es malo para la abeja es malo para la colmena. Es inocultable que todo a nuestro alrededor esta trastornado, que la violencia está desbordada, que hay desapariciones y eventos que justifican nuestro miedo de años. Pero ese miedo, nos ha hecho perder cada día, más y más libertades a las que renunciamos resignados.
Como ya sabrán, mis caros lectores, el pasado viernes se hizo viral un artículo en el que no solo le di voz a familiares y testigos, sino un orden cronológico, a lo ocurrido el pasado domingo 17 de noviembre en Tabasco, Zacatecas. En ese evento, un joven de aquel lugar resultó asesinado en condiciones que se investigan hoy en la Fiscalía. Ordené no solo testimonios, también videos y posturas oficiales.
A raíz de eso, un compañero periodista me envía un mensaje alertándome de que en un grupo de WhatsApp presuntamente controlado por elementos de las Fuerzas de Reacción Inmediata (FRIZ), circulaban amenazas en mi contra. Su contacto, del que no me dio nombre, le escribió que me iban a madrear por jugar al periodista de guerra, los FRIZ, que andaba muy alzada y que no es temporada de mártires. Mi amigo se escuchaba preocupado, me dijo que tuviera cuidado, que no saliera. Mi primera reacción fue compartir en grupos de prensa porque entré en pánico y pensé que si me hacían algo, lo menos que permitiría era que me acusaran de algún delito.
Quería que quedara claro que si atentan contra mí o mi familia, es por darle voz a la exigencia de justicia del pueblo de Tabasco, municipio en el que si bien no tengo raíces de sangre, tengo una enorme red de amigos y conocidos que confían en mi labor periodística. Además, no soy inmune a la indignación, por eso decidí que la versión de los hechos socializada en aquella región, tendría que ser contada. Y así fue. Y hubo consecuencias y amenazas que si bien no fueron directas, sí suficientes para acudir a la Fiscalía a interponer una denuncia, tras la cuál ese órgano, solicitó mi inclusión en el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.
Lo grato dentro del trago amargo, es que encontré una red de colegas que sin miedo, fijaron postura pública de respaldo como mis amigos: Verónica Trujillo, Heraclio Castillo, Gabriel Contreras y Mario Luis Molina Contreras. Más tarde, el mismo viernes, Alonso Chávez y Cristina Velasco también abordaron de manera valiente el hecho, lo mismo que en los días siguientes en la columna de Veneno Puro de NTR y en el Run run de Imagen. Agradezco infinitamente la solidaridad y las menciones de todos y sus mensajes de texto.
No puedo más que estar agradecida con compañeros periodistas que me mandaron mensaje de apoyo y respaldo y con mayor razón con Esther Mariela Consuegra, quien me acompañó a la Fiscalía y fue mi guarura hasta mi casa el día de más zozobra. No omito el reconocimiento al profesionalismo y el acompañamiento institucional del organismo que encabeza Cristián Paul Camacho Osnaya. Asimismo, a los diputados locales de todas las fracciones que solicitaron las medidas de protección necesarias al secretario General Rodrigo Reyes, quien por petición de ellos, se comunicó conmigo para decirme «que cuento con todo el apoyo y el respaldo», palabras más, palabras menos.
Ya saben, clichés y lugares comunes que si bien agradezco, no olvido que de parte del gobierno que encabeza David Monreal, vinieron las amenazas. Insisto, amenazas que surgieron solamente por hacer un trabajo periodístico. De ahí que no sea casual la desconfianza en las instituciones, fue ganada por ellas a pulso y aunque me siento arropada por la gente que sigue mi trabajo, es inadmisible que exista en nuestro país un solo periodista en asedio. Por eso debemos unirnos como gremio, por eso, no podemos minimizar cualquier tipo de intimidación. Agradezco finalmente, a Alfredo Valadez, corresponsal de La Jornada nacional, por abrir un espacio para que lo que pasa en Zacatecas, sea visible en todo el país. Aquí no acaba la búsqueda de protección y garantias para que quienes nos dedicamos a la labor de informar, lo hagamos sin miedo.
Gracias.
Norma Galarza Flores