“Aquel que no sabe a dónde va es mejor que no lleve pasajeros” Anónimo
En tiempos modernos quedamos admirados por las grandes calzadas y avenidas romanas, sus trazos, durabilidad y practicidad que generaron la mayor red de comercio y tránsito humano, acercaron pueblos y construyeron identidades. Esa es la relevancia de un camino.
Al inicio la revolución industrial, en México, en los tiempos de Porfirio Díaz, se entendió que para poder generar polos de desarrollo teníamos que estar comunicados y en tráfico constante de mercancías, por lo que se construyó la red ferroviaria más grande de la historia del país.
Recientemente, el presidente de la Comisión de Infraestructura de la Cámara de diputados, reveló que en el país solo el 26 por ciento de las carreteras estan en buen estado, después del sexenio de Andrés Manuel. 7 de cada 10 kilómetros están en mal estado.
Por la falta de mantenimiento e inversión, el deterioro de las carreteras empeoro de un 20 al 32 %; las carreteras regulares pasaron del 33 al 42%. El problema de la falta de mantenimiento radica en que es más caro dar mantenimiento a las carreteras en peor estado. El mantenimiento regular de un kilómetro de carretera cuesta 35 mil pesos, pasar de un estado regular a mejorar, cuesta un millón por kilómetro, y pasar de una carretera en mal estado a mejorarla la suma sube hasta 4 a 8 millones por kilómetro, según los estudios de la misma fuente parlamentaria.
La gravedad del asunto, es que el régimen de la Cuarta transformación no se caracteriza por darle mantenimiento o invertir para mejorar infraestructura. Lo hemos visto en las tragedias del metro de la Ciudad de México, los descarrilamientos del Tren Maya o el mal estado del Aeropuerto de la Ciudad de México.
Se perdió la oportunidad del “Nearshoring”, entre otras razones, por la falta de la infraestructura que comunicara los polos de desarrollo con la frontera norte.
A eso sume la política de “abrazos y no balazos” que generó que la inseguridad golpeara directamente las comunicaciones y economía del país en torno a las carreteras. Según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) del INEGI, en 2023, 7 de cada 10 personas se dijo satisfecha con las autopistas.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública (ENVIPE), sólo uno de cada diez delitos se reporta, subestimando el tamaño real del problema. Respecto a los delitos que se comenten en carreteras, es difícil determinar su número porque el lugar de ocurrencia puede diferir del lugar donde se encuentra el vehículo o la mercancía robada, falta precisión y sistematización.
Según la ENVIPE, los principales delitos ocurridos en carretera durante 2022 fueron robo o asalto (35.2 %) y extorsión (19.8 %). Adicionalmente, 93.7 % de estos delitos se cometieron con armas de fuego, y 85 % involucró a dos o más personas. Ni que decir de nuestros hermanos paisanos que han sido vejados y robados en las carreteras de nuestro país cuando lo visitan.
Estos factores, la falta de inversión, el deterioro de las carreteras y la inseguridad para transitarlas han minado el desarrollo económico y el desaprovechamiento de coyunturas mundiales; los que prometieron transformación llevaron los caminos de nuestro país a la ruina, que cotidianamente son trampa para los que pasamos allí y un azar de ser asaltados o violentados.
En Zacatecas se le apuesta a un puente elevado de más de mil millones por kilómetro y dejamos las carreteras al azar y a sus usuarios al peligro latente.
Espero que despertemos de ese letargo del que nos encontramos, las carreteras se pagan con nuestros impuestos, los productos que consumimos llegan a través de ellas y nos comunicamos mediante sus kilómetros, despierta YA.