“No hay otra nobleza que de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad” José María Morelos y Pavón
El día de ayer se celebró un aniversario más del lábaro patrio, ese símbolo que da identidad a nuestra nación, que si bien el significado de sus colores ha ido cambiando desde su aparición con el ejército trigarante de Agustín de Iturbide, al día de hoy, en esencia los valores han perdurado, pero la pregunta es ¿Aún representa esos valores nuestra bandera?
Valdrá la pena preguntarnos como sociedad si aún sentimos libertad en nuestras calles, carreteras, ciudades o trabajos; en un país donde de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, veinte se encuentran ubicadas en nuestro territorio, cuál certeza de integridad se puede esperar.
Una libertad que ha sido opacada por una visión ideológica de la política, la sociedad y la economía; donde la división del poder se ha diluido al mandato de unos cuantos con la justificación de representar a una mayoría ficticia; cuando se ve que estas mayorías se construyen a base de estructuras pagadas o chantajes con favores económicos o judiciales; como reinará la libertad, sin criterio o ideas qué discutir.
La libertad secuestrada por el miedo a ser víctima de la delincuencia o ser un daño colateral de la misma, que ha cooptado pueblos y ciudades, pero también que ha penetrado en el ideario del mexicano como símbolo de éxito aunque sea efímero.
Unión, no en torno a una persona o filiación política, como se planteó a inicios del mes; donde se vendió la idea de la vulneración de la soberanía por el extraño enemigo de los grupos terroristas.
Este régimen de la cuarta ha sido el promotor de la división y encono social, de la polarización de la sociedad, que ha tratado de dividir no solo sociedad, sino familias; ya que ha creado narrativas de odio y conflicto que quiebran cualquier esfuerzo de exigencia social.
La estrategia ha sido clara, mientras una sociedad esté en conflicto permanente, sus representantes pueden crear leyes e instituciones que lo sigan sometiendo a voluntad. Ya que el conflicto permanente genera cansancio y apatía, rompe los lazos sociales y destruye la solidaridad.
Te preguntaría ¿Hace cuánto tiempo encabezaste o fuiste parte de un cambio de tu comunidad?
La igualdad, aunque parece que ya este valor se ha ido alcanzando conforme avanza la sociedad; es una tarea que aún está pendiente.
La igualdad ante la ley y de oportunidades, tendríamos que preguntarles a nuestros hermanos migrantes si ellos tuvieron esas condiciones, no solo a los de hace generaciones, sino a los que recientemente por cuestiones de inseguridad o falta de capacidad, tuvieron que buscar un mejor porvenir.
Igualdad, cuando tenemos un sistema de salud que no garantiza el servicio adecuado prometido; cuando la educación está en abandono y sirve solamente para adoctrinar a la niñez; ¿se podrá hablar de igualdad en medio de la peor crisis del estado de derecho, donde la impunidad y el soborno es la ley? ¿Se podrá hablar de igualdad cuando la corrupción garantiza dinastías familiares y riqueza gracias al erario público?
Es momento de preguntarnos como ciudadanos, si esa bandera de la cual estamos orgullosos, refleja nuestra actitud frente a la realidad que tenemos. Si no es así, tenemos la obligación de buscar las condiciones para que la libertad, unión e igualdad, sean exigidas.
Que la lucha magisterial de todo el sector educativo sea el inicio del cambio que buscamos en el Estado, son ejemplo de organización y voluntad, mi reconocimiento.
Christian del Havre.