El gobernador que no habla. El estado que se detiene.
En Zacatecas hay gritos en las calles, pero hay silencio en Palacio de Gobierno. Miles de estudiantes siguen sin clases, maestros toman las calles en protesta y las universidades enfrentan escándalos internos, mientras el gobernador David Monreal guarda un mutismo absoluto. No se pronuncia, no lidera, no enfrenta. Se comporta como si la crisis no fuera suya, como si gobernar significara únicamente asistir a ceremonias y dictar discursos que nadie conecta con la realidad.
La educación en Zacatecas está detenida. El conflicto con las secciones 34 y 58 del SNTE ha paralizado múltiples funciones administrativas y escolares. La comunidad universitaria está sumida en desconfianza y frustración. Sin embargo, el titular del Ejecutivo estatal actúa como si todo marchara con normalidad. Ni una rueda de prensa significativa. Ni una mesa de diálogo abierta. Ni un mensaje que inspire confianza. Solo el eco del desdén.
Ausente ante la crisis
Hace unos días, el diputado Carlos Peña Badillo lo dijo sin rodeos: hay una “notoria indiferencia del gobernador” frente al paro magisterial. Los reclamos no solo son salariales o burocráticos; son compromisos incumplidos, éticos, institucionales, estructurales. Se trata de la relación del Estado con sus docentes, de la capacidad para responder con seriedad ante quienes forman a las siguientes generaciones.
Lo grave es la manera en la que el conflicto se está gestionando, mejor dicho, evadiendo. En lugar de atender el fondo, el gobierno ha intentado dividir, manipular, ofrecer paliativos sin diálogo. Un viejo truco para ganar tiempo. Un truco que ya nadie cree.
La política del silencio
En este episodio, David Monreal no se diferencia de otros gobernadores que practican el “liderazgo espectral”. Están, pero no aparecen. Firman, pero no asumen. Cobran, pero no gobiernan. Frente a temas incómodos optan por callar. Porque hablar es comprometerse. Y comprometerse es asumir costos. Y este sexenio no parece dispuesto a pagar ninguno.
No es nuevo, la ausencia a conveniencia ha sido la estrategia de la 4T frente a otros temas críticos. Mientras los homicidios golpeaban a la sociedad civil, él hablaba de cifras alegres. Mientras la obra pública languidecía, él organizaba festivales. Mientras el desempleo avanzaba, él culpaba al pasado. La constante es el silencio. O el ruido artificial.
La pedagogía del abandono
Pero en la educación, el silencio cuesta más caro. Cada día sin clases no se recupera. Cada maestro que se desencanta, cada estudiante que abandona la escuela, cada trámite que se detiene, es una herida al futuro de Zacatecas. Y es ahí donde la irresponsabilidad gubernamental deja de ser un estilo y se convierte en daño estructural.
La educación no es un problema más. Es la base de cualquier esperanza. Pero cuando la clase política no la entiende como prioridad, sino como estorbo, revela su ignorancia. Muestra su verdadero rostro.
Un gobernador en otra realidad
David Monreal aparece en eventos, entrega reconocimientos, opina sobre migración o se toma fotos con embajadores. Todo muy correcto. Todo muy inútil. La gobernanza no está en la ceremonia, sino en el conflicto. Y frente al conflicto educativo, ha preferido esconderse.
Quizá crea que el tiempo lo resolverá. O que el desgaste de los maestros les hará volver al aula sin acuerdos. O que la ciudadanía está distraída con otros escándalos. Pero se equivoca. Porque hay momentos donde el silencio no es prudencia, es complicidad.