(Comentarios a la narcocanción El Sucesor)
Por Simitrio Quezada
Aquí tienes estas llaves, desde hoy es tuya la tienda
trata de ser cauteloso y nunca la desatiendas:
este negocio es muy bueno para que un día se pierda.
Tenemos ya mucho tiempo comprando y vendiendo todo
y tú, como el sucesor, tendrás que seguir mis modos;
así, pase lo que pase, vas a controlarlo todo.
Como es grande la familia, cambiamos de presidente
cada seis años lo menos y tenlo tú muy presente:
si no se cierra esta tienda el pacto sigue al corriente.
Que disfrutes de tu puesto, la tienda queda surtida;
nomás tapa el ojo al macho, porque algún día te investigan:
al primero que la pierda le puede costar la vida
No puedes vender la tienda, tampoco cambiar de socio,
recuerda que por cien años ha sido nuestro negocio:
no te vaya a suceder lo que le pasó a Colosio
Cuando se llegue aquel día te pasará otro las llaves
procura que el sucesor conozca muy bien las claves
pues si se pierden las riendas, nos van a dar en la mano.
Hace años entrevisté a “Los Tucanes de Tijuana”, al término de un baile realizado en Juchipila. En un principio las preguntas fueron de rutina. Con todo, me lancé para preguntarles: “¿Es cierto que los grandes narcos del país les pagan para que ustedes les compongan sus corridos?” Mario Quintero, vocalista y compositor del cuarteto, esbozó una sonrisa maliciosa para negarlo rotundamente.
No sé por qué, pero me sentí más animado con la reacción de los que me rodeaban y por ello quise ir más a fondo: comprendí que podía sacar demasiado de esa entrevista. Continué preguntando sobre la censura que una senadora panista había propuesto en el Senado de la República. La censura consistía en que las radiodifusoras del país no transmitieran más los narcocorridos de grupos como los mismos Tucanes, Tigres del Norte, Raza Obrera, entre otros. Mario siguió sonriendo y me retó simpáticamente, diciendo que, si la radio no transmitía sus corridos, la gente compraría sus producciones para tocarlas en sus coches… Me cayó bien no por famoso, sino por ca… rajo

El autor de temas como “La piñata”, “Los tres animales” y esa canción cuya primera línea dice “Me dedico al negocio prohibido…” ahora estaba moralizando; diciendo que en el fondo sus canciones llevaban un mensaje de prevención, para que la gente no se meta a las drogas. La entrevista terminó cordial y Mario me felicitó “por tu profesionalismo, primo”. No supe cómo tomarlo, pero, en fin, salimos contentos. Recordé un artículo que había estado planeando sobre una canción de “Los Tigres del Norte”, pero que había interrumpido por falta de más elementos. Ahora lo retomo:
Para empezar, releo los tres versos que constituyen la médula de mi reflexión: No puedes vender la tienda, tampoco cambiar de socio, / recuerda que por cien años ha sido nuestro negocio: / no te vaya a suceder lo que le pasó a Colosio.
¿Qué le pasó a Colosio? Sabe. Llevamos años esperando una respuesta (los gringos llevan casi cuarenta tratando de esclarecer lo de Kennedy, y nosotros mismos llevamos treinta y cuatro de buscar las respuestas a Tlatelolco). Nuestra gente dice que para encontrar el culpable “está pelón”. Sí, difícil en un medio donde la gente se compra y se vende, y algunas hasta se ponen en oferta. ¿Cuántos fiscales especiales no se pusieron un precio, cuántos testigos falsos no obtuvieron una discreta cuenta bancaria o salieron en un coche último modelo? El nuevo refrán es “cuánto tienes, a cuántos compras”. Nada impide aventurarnos a decir que lo de Colosio no fue obra de un asesino solitario, sino de mucha gente comprada.
Lo que le pasó a Colosio puede relacionarse con los versos que comentamos: tal vez Luis Donaldo “quiso cambiar de socio” o quiso romper con socios amañados, corruptos. Tal vez Colosio quiso hacer las cosas a su manera, con coherencia a sus creencias y convicciones. Mire que hoy en día eso lo hacen pocos. Decía una película mexicana que “todos tenemos un perro y un dueño”. Se estremece uno al pensar que esto sea verdad.
El Sucesor, canción cuya autoría no se especifica en la producción de sus intérpretes, “Los Tigres del Norte”, tiene seis estrofas, cada una de ellas con tres líneas, lo que da un total de dieciocho versos. Cada verso cuenta con dieciséis sílabas fonológicas, es decir, son versos hexadecasílabos que riman predominantemente en monorrimos consonánticos. El Sucesor es un texto al que podríamos llamar canción-testamento. Son las últimas voluntades de un gran narcotraficante a su heredero; llámese hijo, ahijado o similares.
https://www.youtube.com/watch?v=VZhjec4z6_A
