A partir de los primeros minutos de mañana jueves los partidos, candidatos y medios de comunicación deberán hacer silencio total ante el final de las campañas. Ese mutismo, lectora, lector, que sirva para pensar a favor de cual aspirante –en la intimidad de la urna electoral- depositarás tu voto el próximo domingo.
Muchos no esperamos sorpresas al menos, en la pugna por la Presidencia de la República. Los que confiamos en las muestras demoscópicas que –por cierto- han sido bastante certeras en los últimos dos procesos electorales (2006 y 2012) intuimos -cómo dice el refrán popular- de qué lado mascará la iguana.
Y aunque todavía puede haber sorpresas, la ventaja en la que las encuestas ubican a Andrés Manuel López Obrador, ya es irreversible.
Si el próximo lunes 2 de junio amanecemos con la noticia que muchos esperamos del triunfo del tabasqueño, no se asuste, no nos volveremos Venezuela ni Cuba, lo más cercano a la catástrofe que nos puede pasar, es que sigamos siendo el México actual, en el que impera el desastre.
Y es que, pese a la imagen que han querido atribuirle, AMLO no mostró características que lo asocien con los terrores de la dictadura durante su gestión como Jefe de Gobierno, al contrario, en aquel entonces la gran urbe se coronó como la entidad más progresista del país. No por nada tiene su mayor bastión electoral en la CDMX. El populismo teórico de López Obrador se acerca más a la definición de populismo que dio Barak Obama aquel 29 de junio del 2016, en Ottawa, Canadá, durante el cierre de la Cumbre de Líderes de América del Norte.
Sin embargo hay un peligro real al que hay más posibilidades de enfrentar si llegan esos partidos al poder ; el mimetismo, a que todo siga igual a raíz de que en esta campaña los candidatos -especialmente de esa coalición- han vertido toneladas de demagogia
Otro peligro será el golpe de realidad contra la que nada podrán hacer las varitas y las fórmulas mágicas. Ya que entre las soluciones para lograr estabilidad económica, paz social y un verdadero ataque anticorrupción las propuestas de AMLO dejan mucho que desear.
Los que pugnamos por el cambio creemos que la mejor manera de enfrentar la corrupción es atacando la impunidad, y eso se logra con instituciones fuertes, no como sucede ahora, ni como dice AMLO que se enfrentará, pero pues merece el beneficio de la duda. El candidato de Morena, habla de reconciliación, de perdón, de darle la vuelta a la página, pero la mayoría de los mexicanos lo que queremos es justicia.
De inicio, si López Obrador gana el próximo domingo, tendrá que sacudirse el pragmatismo y meter en cintura a personajes controvertidos de los que se rodeó. No debe olvidar que ese pragmatismo lo hace aliado de manera escabrosa del ideal político contra el que se ha dicho combatiente desde que entró a los terrenos del poder.
Por último, si este proceso electoral se lleva de forma justa y como lo dicen las encuestas el candidato de Juntos haremos historia, resulta victorioso, a nosotros los que acudiremos a las urnas nos corresponde no tirar la toalla y seguir peleando para que se logre el cambio que necesitamos.