El domingo 21 de febrero se conmemoró el 93 aniversario de nacimiento de la escritora pinense Amparo Dávila; a casi un año de su muerte, es necesario fomentar la lectura de su obra que, de por sí, temáticamente sigue vigente.
En sus cuentos, Dávila retrata escenas de un México violento y machista, en el que las mujeres aparecen acosadas, agredidas y asustadas. Pese a que los libros de esta escritora se publicaron a mitad del siglo XX, México sigue siendo el mismo país… Leer a esta autora es encontrarnos.
Algunos críticos consideran que, dado que esta escritora zacatecana fue coetánea de, al menos, dos de los más reconocidos narradores mexicanos, Juan Rulfo y Juan José Arreola, estos la opacaron y la dejaron en la sombra.
A eso habría que agregarle que, aunque es innegable el talento de los dos mencionados, Dávila tenía en su contra no solamente ser mujer, sino que eligió un género literario que, hasta hace poco, no era tomando en serio: la literatura fantástica, pues, por ejemplo, Francisco Tario corrió con la misma suerte que la pinense, quedó a la sombra de la literatura nacional y no fue hasta hace muy poco que se le ha releído.
Pese a la gran tradición norteamericana que alcanzó su cumbre en este género con autores como Edgar Allan Poe, Amparo Dávila escribió sobre situaciones ominosas mientras sus contemporáneos se dedicaban a la gran épica de la Revolución Mexicana, tema que se ha postulado como uno de los más importantes en la narrativa nacional, sobre todo por su carácter trágico.
En ese sentido, que una mujer viniera a escribir sobre seres inimaginables, saltos de tiempo o sucesos extraños, pudo malentenderse como una falta de seriedad.
No obstante, el carácter fantástico de sus escritos es justamente una herramienta que Amparo Dávila utiliza a su favor para hacer una crítica mordaz de la realidad.
Recordemos que, por ejemplo, en el cuento “El huésped”, el marido de la protagonista la impone la presencia de un visitante, del cual no se sabe quién o qué es, pero podemos interpretar que es una metáfora de la violencia en el matrimonio, que está ahí, acechando todo el tiempo y ataca cuando menos se le advierte.
Así, aunque el género fantástico pareciera hablar de otra realidad, en la que prácticamente todo es posible, en la obra de Dávila es el catalizador para hacernos ver con mayor claridad el entorno.
En ese sentido, como mujeres, entrar al universo de Amparo Dávila es también leernos, y es una invitación a resistir, a no aceptar esta realidad violenta, a querer cambiar el mundo por uno mejor para todas.
La valentía de la escritora zacatecana al mantenerse en un género poco popular, por utilizarlo a su favor para hacer una crítica social, son unos de los grandes motivos por los que su lectura sigue vigente.
A 93 años de su nacimiento, la mejor manera de recordarla y homenajearla es leerla y comentarla, dialogar sobre su creación y, a su vez, crear nuevos debates al respecto.