Desmemoria y simulación

 


Por Norma Galarza

En la dinámica catequizadora a la grey obradorista, que llaman búsqueda de coordinador de defensa de la 4T, este fin de semana, Ricardo Monreal visitó municipios de la entidad en la que gestó su carrera política hace más de 25 años.  Más allá de sus añoranzas y remembranzas, sobresalió que pese a su afán de defender la administración de su hermano, es una molesta piedra en el zapato. Antes de pisar tierra zacatecana, entrevistado por Adela Micha, demostró incomodidad al ser cuestionado sobre la gestión de David Monreal. No únicamente se deslindó del gobierno del que es partícipe, sino que se agarró del discurso de las “herencias malditas”.  Una extraña manera de lavarse las manos, quien ha estado inmerso en la política local -de una u otra manera- desde hace más de dos décadas. 

La corcholata menos querida en presidencia, ha sido protagonista constante en la historia reciente de Zacatecas.   Basta acudir a las hemerotecas para darse cuenta de que su apellido  es marca constante desde 1998. Si bien al dejar el poder, hubo distanciamiento con Amalia García, al ascender Miguel Alonso Reyes – su ex secretario particular- el de Fresnillo recuperó  influencia. Pocos olvidan la imagen en la que David Monreal levanta la mano al nuevo mandatario en 2010.  Desde ahí, la mano que meció la cuna del que se llamó “gobierno en movimiento” era más que obvia. De inicio, varios ex funcionarios de su sexenio,  repitieron encargos. De entre ellos, recordemos a Le Roy Barragán, Arturo Nahle, Guillermo Huizar, solo por mencionar algunos. Por cierto, una pregunta fue constante en ese sexenio ¿Por consigna de Monreal, Alonso Reyes encabezó una cacería de brujas contra García Medina, a quien acusó penalmente de desvío de recursos? 

Nunca quedó claro, y lo que siguió después ya lo saben. Guerra mediática que sirvió para distraer de una marcada corrupción y de la adquisición de la deuda que hoy padece el estado. A dichos problemas, el monrealismo cargó la propaganda en la elección pasada. Pero, no nos adelantemos.  Al llegar Alejandro Tello al Ejecutivo, la consigna era cubrir a su antecesor, lo hizo bien. Ya en planes sucesorios, fue muy evidente el pacto con David Monreal, que garantizó impunidad a los pecados de Tello Cristerna y sus funcionarios. Sin importar los espectáculos de supuesta anticorrupción que ha protagonizado Humbelina López, la titular de la Función Pública, la consigna es no tocar al quinquenio “Diferente”. Con esos antecedentes, que el senador con licencia hable de problemas legados, es una forma muy absurda de dispararse en el pie. Máxime, cuando sabemos que sin su tesón, su hermano el exalcalde de Fresnillo, no hubiera llegado al poder.

Con esa historia a cuestas que lo liga de forma intrínseca  con el pasado, el ex gobernador se placeó en su tierra el fin de semana, dizque en la búsqueda de la Coordinación de la Defensa de la 4T.  En los municipios en los que se reunió con la gente, escuchó la petición de seguridad, como la demanda más sentida. Fingió interés en ese rubro, pese a que desde hace dos años se niega a cuestionar la estrategia de seguridad desde el Senado.  Pero ¿Qué se puede esperar de un personaje que tiró a la basura su discurso en pro de la constitución y la legalidad, a cambio de un papel en la puesta en escena llamada «Piso parejo en Morena»? 

 

Hasta el miércoles.

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