Por Christian del Havre
“No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”.
Montesquieu
Desde la llegada del régimen llamado la Cuarta transformación, se ha dado inicio a un proceso de cambios legales y administrativos que van desde el recorte en gastos a secretarías, fideicomisos y organismos autónomos; la desaparición de los mismos y de entes ciudadanos que velaban por la mejora en la aplicación de políticas y transparencia de los recursos públicos. El conocido como austericidio del bienestar, que no solo buscaba, so pretexto de la corrupción nunca comprobada, el recorte financiero, sino la inoperancia de varios organismos.
Con la llegada del segundo periodo de Morena y la mayoría en cámaras de diputados y senadores, las reformas además de pasar sin problemas comienzan a diseñar y moldear lo que el gobierno quiere para el país: la centralización del sistema político y público.
Sin mediar en la democratización, sino en la efectividad de las decisiones del centro y de quien detente el poder, han generado un presidencialismo con esteroides, cargado de responsabilidades y facultades, como en los mejores tiempos del priato setentero. Lo peor de la situación, es que ya sabemos cómo acabó: endeudado, quebrado y con una falta de representatividad popular.
El golpe ahora lo están dando en el INFONAVIT, con el pretexto de generar una política única y efectiva de generación de vivienda, como lo prometió Claudia en la campaña. El problema del asunto, es que ya en una ocasión fue un organismo sin contrapesos y con la facultad de construcción de vivienda, lo que llevo a su inoperancia, corrupción.
La experiencia del centralismo autoritario ya la hemos vivido desde el siglo XIX, en el conflicto entre republicanos y centralistas, lo que nos costó la separación de Aguascalientes; posteriormente en la instauración de la familia revolucionaria con el partido hegemónico y sus instituciones al estilo comunista. Quien tenía la decisión, era la nomenclatura del poder y del partido, que generó niveles de corrupción y compadrazgos, vistos hasta ahora, en el Morenato del Bienestar.
Ya estamos al cierre del año, en medio de los juegos de poder entre las figuras morenistas, el arribo de Trump a la Casa Blanca, el sometimiento de Claudia a sus políticas y el discurso de culpas del pasado de los Morenistas. Le preguntaría estimado lector ¿Usted qué está haciendo para que los que detentan el poder no decidan hasta cómo quiere su casa?
El problema de este nuevo régimen es que cada ocurrencia está siendo plasmada en la constitución como si fuese una garantía o ley sin corrección o mejora, generando con ello el autoritarismo constitucional.
Ya un año se termina y es momento que reflexione si ya le ajusta para más, si la gasolina está más barata, si se siente más seguro o si tiene mejores oportunidades.
Nos leemos el año entrante espero, con mejores contextos para todos.