El enorme riesgo de las ideologías polarizantes y sin contrapesos

RN/ Getty Images

Por Claudia Anaya Mota

 

El 20 de enero, Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos, bajo la consigna de “hacer grande a Estados Unidos” sin importar las consecuencias de los cómos ni los conflictos que podría acarrear en el ámbito internacional. Llega con un amplio respaldo popular, con el control mayoritario de su partido en el Poder Legislativo y con la experiencia adquirida durante su anterior mandato.

Antes de su toma de posesión, Trump ya había generado cambios significativos en su entorno. En Canadá, su influencia llevó a la dimisión del Primer Ministro Justin Trudeau y en México hemos experimentado días en los que la paridad peso-dólar superó los veinte pesos. Además, el aumento de aranceles de hasta un 35% que afecta al comercio chino es solo una muestra de la guerra comercial que podríamos enfrentar en las próximas semanas.

El gobierno mexicano se enfrenta a un reto inmediato: las deportaciones masivas de connacionales. Me preocupa especialmente la situación de nuestros paisanos zacatecanos, quienes dejaron su hogar en busca de empleo y oportunidades. Ellos enfrentan la angustia de ser deportados, llevándose consigo años de esfuerzo y sacrificio. Considero que el gobierno federal debe estar preparado para recibir a nuestros compatriotas y garantizar que su regreso no sea un golpe devastador para ellos ni para sus familias.

El regreso forzado de miles de paisanos pone en crisis la capacidad financiera de los gobiernos estatales y municipales, especialmente en las zonas fronterizas para ofrecer servicios dignos como hospedaje, alimentación y atención médica. Este escenario exige un plan eficaz para reintegrar a nuestros compatriotas y evitar que se agraven los problemas sociales y económicos existentes.

Con las deportaciones, el flujo de remesas enviadas por nuestros paisanos, que alcanzó los 5,400 millones de dólares el año pasado, se verá afectado. Esto complicará aun más las dificultades económicas familiares, ya que, a pesar de una caída en el empleo formal —como ocurrió en Zacatecas al finalizar 2024—, las remesas son cruciales para mantener un consumo aceptable en los hogares.

En el mensaje de toma de protesta del presidente norteamericano, resaltaron los temas de sus primeras acciones ejecutivas: Declarar una emergencia en su frontera sur (la colindante con México), fortalecer la seguridad en esta frontera con fuerzas armadas, declarar a los cárteles de droga mexicanos como terroristas, reactivar el Programa “Quédate en México” así como las deportaciones masivas.

En Estados Unidos, al igual que en México, Trump cuenta con un amplio apoyo popular. No hay contrapeso entre poderes y lo más preocupante es que los migrantes ilegales son considerados los únicos culpables de los problemas sociales del país; entre ellos se encuentran nuestros compatriotas.

En México, conocemos bien los beneficios políticos que surgen al emitir narrativas polarizantes; estas satisfacen bases electorales y vinculan problemas internos a un único responsable convirtiéndolos en «chivos expiatorios» para reforzar la imagen positiva de quienes ejercen el poder. El discurso polarizante solo provoca divisiones internas que benefician únicamente a quien las promueve. Ante las amenazas externas, debemos permanecer unidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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