Norma Galarza
A raíz de la carta Papa Francisco donde señalaba que Argentina está “a tiempo de evitar la mexicanización”, los comentarios de González Iñarritu sobre “el gobierno que nos merecemos” y finalmente los de Donald Trump, quien convocaba a sus seguidores en Twitter a no hacer negocios con México, los ofendidos del gobierno no se hicieron esperar y saltaron en defensa de la buena “reputación nacional”.
No cabe duda que, o el gobierno mexicano padece una ceguera muy grave o de plano ya no pueden lidiar con el cinismo, ¿Acaso la mala opinión pública no sólo de los mexicanos sino también de los extranjeros no les ha dicho nada? ¿Quieren defender su mala popularidad, aún cuando sus acciones los ubican como corruptos e ineficaces?
Esto demuestra, que es imposible crear una realidad aunque sea promovida inyectando millones y millones de pesos en medios de comunicación y que este gasto ha sido totalmente vano, porque la percepción de los millones de mexicanos y extranjeros sigue sin cambiar, al Gobierno Federal, le convendría replantear su gasto en publicidad.
Por soberbia, históricamente nuestros gobiernos muestran incapacidad por aceptar que algo no va bien y aunque la realidad los golpee en el rostro defienden la versión torcida de ésta, es casi imposible lograr que algún funcionario hable con apego a lo que vivimos a diario los mexicanos.
Ahí vemos a un Luis Videgaray diciendo que la economía va bien, a un Osorio Chong, señalando que en el tema de la seguridad ha habido grandes avances, a un Presidente orgulloso de que sus Reformas Estructurales nos están llevando a un futuro mejor, aún cuando los mexicanos percibimos ese progreso cada vez más lejano.
Negarlo y maquillarlo todo, no es uso exclusivo de este sexenio, la misma práctica inútil ha sido utilizada también por Calderón, por Salinas, por Zedillo, por Fox, ante todo, defender lo indefendible como si en ello les fuera la vida.
Ante una economía estancada, la inseguridad que no cede, la corrupción y la impunidad cada vez más claras, resulta absurdo querer taparle la boca al Papá, a Iñarritu y a Trump, o incluso a los millones de ciudadanos que no se perciben en ese México optimista de Enrique Peña y sus funcionarios.
En lugar de eso nuestro gobierno debe “bañarse” un poco con la realidad y aceptar que, no todo está tan perfecto como ellos piensan. ¿Cómo es posible que todos insistan en que estamos mal y nos aferremos a defender una versión que ya nadie cree? Ese esfuerzo a estas alturas resulta totalmente estéril.