Por Raymundo Moreno
El gobierno de David Monreal insiste en sus prioridades: la construcción de un viaducto elevado en la capital zacatecana por más de 3,600 millones de pesos y permear la percepción de que la inseguridad en Zacatecas es cosa del pasado.
La obsesión del monrealato con una obra que nadie pidió, que pone en riesgo la declaratoria de Zacatecas capital como patrimonio mundial y que ha logrado cohesionar a buena parte de la sociedad en torno a su rechazo no sólo llama la atención por el costo económico y político que representa para la administración, sino porque confirma el desinterés del gobierno de Morena para con los temas que realmente importan: la lamentable situación de las carreteras del estado, la pérdida de empleos, la limitadísima inversión pública y privada, la ausencia de turismo, la violencia perenne y la pobreza de nuestra gente.
La seguridad es el tema de temas, un pendiente que el gobierno monrealista ha buscado diluir a partir de una intensa campaña mediática que incluye mensajes de radio que recuerdan los anacrónicos promocionales de la CIRT. Más allá de la retórica triunfalista del gobierno, la terca realidad se impone y alcanza incluso al gobernador en eventos controlados. La dolorosa irrupción de la madre buscadora Virginia de la Cruz mientras David Monreal recitaba cifras alegres da cuenta de un drama colectivo que la mal llamada nueva gobernanza no ha sabido atender. Las y los miles de desaparecidos y sus familias claman justicia ante los oídos sordos de un ejecutivo estatal que no tuvo la prudencia para detener su discurso y mostrar empatía.
La política pública del gobierno estatal, ausente en la mayoría de los rubros, permanece desconectada de las legítimas exigencias de la sociedad zacatecana. La distancia entre el poder y la gente se amplía en tanto la soberbia de algunos empaña su visión y nos conduce a todos a la confrontación y el desastre.