Por Dra. Imelda Ortiz Medina*
27 de abril 2015
A finales de la década de los noventas y a pesar de que inicia otra etapa del sistema electoral mexicano con la presencia más activa de los partidos políticos en los procesos electorales, hay evidencias de que realmente no existió, como no existe en la actualidad un verdadero partido de oposición al priismo, aún con la llegada en el 2000 del Partido Acción Nacional al poder.
Las principales causas para que se iniciara la farsa de hacernos creer en la alternancia, fueron la persistencia de las desigualdades sociales y las nulas prácticas democráticas en la resolución de conflictos, príncipalemente. Este contexto se acentuó en 1994, lo que marcó el inicio de la entrada a un “nuevo” grupo político a la Presidencia de la República
Ante este panorama, el PRI llega a las elecciones del año 2000 con viejas diferencias y fracturas en su interior, que con el paso del tiempo se habían hecho más evidentes, sin suficientes recursos, como en otro años y con un desprestigio ante la sociedad entre otras cosas por el llamado rescate financiero, que mucho ha costado a los mexicanos; el famoso FOBAPROA. A su pesar, el partido tricolor que había monopolizado el poder, se ve obligado a cederlo. Así el 2 de julio de ese año, el entonces Presidente Ernesto Zedillo acepta públicamente la derrota de su partido.
Sin embargo, ese cambio no se debió a una democracia saludable, sino que el escenario de esa época, genero las condiciones para que las élites, viendo trastocados sus intereses, presionaran a un cambio de partido en el gobierno, las élites surgidas de la escisión del PRI, dieron origen a una élite ultraconservadora (panista) y a otra con tientes de izquierda (perredista).
Para la académica Soledad Loeaza (2000) las negociaciones entre estos dos grupos no va más allá de la elaboración de reglas y procedimientos electorales. Por lo tanto, el éxito de FOX, más que atribuírselo al buen funcionamiento del PAN, muchos lo han imputado a una serie de factores como: su campaña mediática y al carisma de este, el autoritarismo de Salinas, la crisis económica de 1994 y en gran medida, a la fundación Amigos de Fox, organización conformada al margen de Acción Nacional.
El trinfo del PAN en las elecciones del año 2000, generó grandes expectativas en la democracia mexicana. Sin embargo a pesar de la presencia del PAN durante dos periodos en la presidencia, no existe una real y fuerte oposición, el gobierno del PAN, solo ha representado la intermitencia de un partido y un seudo despertar para la vida democratica de México; una falsa alternanacia partidista
La transición hacia un sistema multipartidista, no ha significado un cambio importante en la forma de hacer política, ni en el modelo económico existente, solo parece ser un cambio de imagen, no existe una verdadera oposición, sigue siendo la élite; un elite local, surgida y fortalecida con el nuevo modelo económico, que es quien dicta las reglas del juego, solo ha sido cito otra vez a Loaeza “una rebelión de las élites” , pero estas no permitirán que un partido no avalado por ellas llegue al poder y si lo hace será bajo sus reglas.
Para Wiarda y Fline (Alcántara,1992), la transición de un sistema unipartidista aun sistema multipartidista, muestra claramente que el sistema político mexicano tiende a un sistema de clases existentes por el que se admite la inclusión de nuevos grupos de poder pero únicamente con la condición de que acepten las reglas establecidas por los tradicionales detentores del poder; la elite y los sectores medios ascendentes.
Desafortunadamente, y a pesar del un cambio oficial de partido, las elecciones en México distan mucho de ser verdaderos procesos democráticos y sobre todo, estan a años luz de representar un real cambio de partido y de que exista una auténtica oposición.
Así pues, es claro que el contexto politico de los noventa, obligo a un cambio de partido, pero no ha significado un cambio trascendental en la democracia de México, ¿Llegará algún día ese cambio? En la medida que la sociedad esté mas informada, se organice y participe en la vida política de México, ésta se irá situando como un actor activo y su misma participación es la que le dará poco a poco el poder político a los ciudadanos.
Dicho poder ya no residirá solo en el Estado y las élites, los diversos conflictos sociales tenderán a ser resueltos con la participación de varios actores, cada uno con diferente peso e intensidad pero todos con cierta influencia, la cual es mayor, en el caso de México, por aquellos que tienen el poder económico.
Mientras en las sociedades más democráticas predomina la visión de poder como resultado de una relación o situación; una relación donde todos lo ciudadanos participen, que es a donde debemos transitar.
* Imelda Ortiz Medina es Doctora en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, Certificado Europeo de Estudios Avanzado por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset de Madrid, Maestría y Licenciatura en Economía por la Universidad Autónoma de Zacatecas, Docente -Investigador de la Unidad Académica de Economía, Miembro del Cuerpo Académico «Economía y Desarrollo» con la línea de investigación denominada «Política Económica y Desarrollo Municipal».
Es autora de artículos como: Financiación Intergubernamental (dependencia o autonomía, El caso de Zacatecas) ; Nueva Gestión Pública: La otra forma de Administrar; Descentralización, Desarrollo Territorial y Administración Pública Local; Impacto de la Apertura Comercial en México (Mitos y Realidades), entre otros.