“Nada hay más destructivo del respeto por el gobierno y la ley del país que aprobar leyes que no pueden hacerse cumplir”. Albert Einstein.
Este 5 de febrero se acaban de cumplir 106 años de la que fue considerada una de las constituciones de avanzada en la época moderna que tenía como matiz la protección de derechos sociales, el trabajo y el sindicalismo laboral.
Nuestra Carta Magna ha pasado por 707 reformas en 233 decretos, según cifras del Senado mexicano, haciéndola como una de las más reformadas a nivel mundial, esto sin contar que en los 212 años de vida independiente nuestro país ha tenido 6 Constituciones añadiendo el sinfín de Tratados Internacionales que se elevan a rango constitucional en nuestro país.
Una ley además de reflejar un conjunto de pautas sociales, regula las acciones del ser humano y sus interacciones sociales. Es decir, lo que busca es la justicia, la igualdad, la seguridad y prosperidad de cada ciudadano vigilado por el Estado y sus instituciones; en este sentido ¿cómo te sientes actualmente, más seguro y más libre?
Vamos de nuevo a las cifras, ya que como dice el lema del CONEVAL “lo que se mide se puede mejorar”, según la Encuesta de Seguridad Publica Urbana del tercer trimestre de 2022 del INEGI, el 64.4% de la población mayor de 18 años, no se sentía seguro en vivir en su ciudad, más del 70% de las mujeres lo confirmaron. Las ciudades con mayor porcentaje de población que se siente insegura son Fresnillo y Zacatecas, en el primer y cuarto lugar respectivamente, esto se nota en la falta de movilidad, e interacción económica, a grado tal de que se habla de una migración empresarial a estados vecinos.
Esta falta de incertidumbre afecta a nuestra vida cotidiana a tal grado que nos preguntamos para que existe un cuerpo normativo, las actividades donde mayor impacto de inseguridad se tiene según cifras de la misma encuesta son estar en cajeros automáticos, trasladarse en transporte público, estar generando operaciones en el banco, trasladarse en sus calles habituales y carreteras; desafortunadamente cada día somos testigos de conductas delictivas o antisociales que se quedan al margen de recibir un castigo.
Tenemos una Constitución fuerte con normas secundarias, pero con instituciones débiles que por décadas han generado un percepción de impunidad, donde tanto gobierno, empresas y ciudadanos cometan actos de corrupción o delitos, sin tener consecuencias; en este sentido nuestro país no está bien posicionado según el Índice Global de Impunidad de los 69 países evaluados quedamos en el lugar 60 de los más impunes; aunque se denuncie no hay consecuencias.
Al haber corrupción e impunidad aunque tengamos reformas como la del 2008 en el sistema de justicia penal, seguimos teniendo tazas elevadas de falta de resolución de casos, donde solo el 1.1% de estos tienen cumplimiento desde su denuncia hasta su esclarecimiento; o la realidad que padecemos los zacatecanos donde los delitos de alto impacto como el homicidio doloso si impunidad sea del 90%.
Lo más grave es que la percepción ciudadana (según la Encuesta Ómnibus Nacional Académico 2019 – 2021) menciona que la presión mediática o política inciden hasta en un 40% en la resolución efectiva de los casos; de aquí que cada vez veamos más manifestaciones sociales para la resolución de los casos, por eso nuestra entidad se volvió un estado de Marcha.
Ocho de cada diez mexicanos piensa que frecuentemente se generan actos de corrupción en México, las culpas se reparten entre los que piensan que es culta del pasado y que la ley no es aplicada o hay impunidad; de aquí que la frase de la herencia maldita tenga tanto éxito.
Debemos entender que si bien debemos juzgar la historia, nos toca construir un presente donde el que la haga la pague, pero donde todos tengamos la oportunidad de trascender; una constitución o conjunto de leyes, jamás garantizara la libertad, seguridad, prosperidad y la vida, si es letra muerta, si bien es cierto es necesario que la sociedad tome cartas en el asunto sobre la impunidad y la falta de observancia de la ley, también es necesario que la autoridad se haga responsable de la observancia y castigo; no podemos prosperar en una sociedad con la ley muerta.