La lucha solitaria de las familias buscadoras

Por Norma Galarza

A mitad de la Plazuela Goitia de la capital, un corazón dibujado con veladoras que luchaban contra el viento para mantenerse encendidas. Dentro de él,  flores, fichas de búsqueda, fotos y zapatos. Alrededor,  ellas y ellos, familias que peregrinan en busca de respuestas desde la desaparición de sus hijos, hijas, hermanos…

 Sollozos arrancaban tajos de las voces que cantaban temas musicales populares, que el sábado 15 de marzo cobraron nuevo significado. Madres buscadoras -en su mayoría- protagonizaron la Jornada Nacional de Vigilia,  en Zacatecas, por el hallazgo de un presunto campo de entrenamiento/exterminio, en Teuchitlán, Jalisco. 

 La manifestación también ocurrió en Fresnillo, municipio en el que de enero de 2018 al 18 de marzo de 2025, se han registrado 873 desapariciones. El dato es del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación. 

En el Jardín Obelisco, del municipio con mayor incidencia en ese atroz delito, nunca se escuchó más melancólica la voz de Kany García: “confieso que me haces tanta falta, para decirme todo va a estar bien”… le hacían coro, buscadoras cuya voz reverberaba al viento y regresaba a los presentes en una mueca de inocultable tristeza. Cantaban solas, como solas buscan desde hace años, frente a la apatía del Estado y de la sociedad.

El acto se repitió en Jerez, donde se tiene registro de 185 personas desaparecidas y no localizadas, según cifras consultadas, del primero de enero de 2021 hasta el 18 de marzo de 2025. La fuente es la misma: el gobierno federal. 

 Las plazas públicas de dichos lugares replicaron una ola de rabia e impotencia que se sintió en todo el país. En nuestro México, los indicios en Teuchitlán, provocaron que se volteé a ver que pese que los gobiernos estatal y federal presumen baja del homicidio doloso, hay una cifra acumulada de 124 mil 830 personas desaparecidas y no localizadas. 

Y no ha habido, hasta hoy, un gobierno que realmente quiera enfrentar el problema. Prefieren repartir culpas porque es más cómodo que asumir responsabilidades. Pero las familias buscadoras no quieren politizar.  A estas alturas solo aspiran a encontrar restos de sus seres queridos para terminar con la vaga esperanza de que están vivos. 

Guille, busca a su hijo desde hace ya más de 7 años. Ella, de cierta manera ha cobrado relevancia entre los colectivos de búsqueda zacatecanos porque es líder nata. Ella leyó el comunicado con el que exigen atención a las autoridades y un alto a la impunidad. En nuestro estado, solo en  2024, se registró la desaparición de casi 700 personas. No solo es Teuchitlán, también en los municipios de nuestra entidad, el Crimen Organizado improvisa cementerios. En todos los casos y todas las latitudes  el cáncer de la impunidad es la regla. Peor, en cada sexenio se repite la dinámica de cubrir el dolor ajeno, con la necesidad inmediata de los políticos de salvar sus espaldas. 

Ya pasaron cuatro días de la manifestación de familias buscadoras  que solo piden luz ante su incertidumbre. Para no variar, si bien la Fiscalía General de Justicia de la República (FGJR), atrajo el caso,  su primer movimiento fue excluir al colectivo Guerreros Buscadores del procesamiento del rancho Izaguirre. ¿Qué pretenden esconder bajo artilugios legaloides? Usted juzgue.

 Pero no olvide que la Guardia Nacional y la fiscalía jalisciense ya estuvieron en el predio en septiembre de 2024 y no encontraron nada. Teuchitlán, como en su momento pasó con Ayotzinapa, se empieza a enlodar convenientemente para los que detentan el poder.  Hoy como antes, a los poderosos, -aún cuando la mujer que manda diga que “llegamos todas”- solo les preocupa -como siempre- cubrir sus propias espaldas.

 Hoy tratan de salvar la versión de que en México avanza  la pacificación porque disminuyeron los homicidios dolosos, aunque aumentó la desaparición.  Es inocultable que el territorio nacional es una mega fosa.

 Para el Estado, lo urgente es orquestar campañas en redes sociales contra colectivos de búsqueda para criminalizarlos y desacreditarlos. Aún así no se rinden. Pese a todo, pese a todos, entonan “De norte a sur, de este a oeste, seguiremos en la búsqueda, cueste lo que cueste”…

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