La paradoja de la democracia

 

Por Christian del Havre

La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”.

Wiston Churchill

 

Nuevamente en nuestro país se ha iniciado una discusión sobre la representación popular, es decir la voluntad del pueblo traducida en votos y en espacios políticos.

En aquel agosto de 1990, cuando el otrora ‘partidazo’ tenía los hilos de la vida pública y política del país, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, se refería a las dictaduras hispanoamericanas y en ellas destacó a la nuestra como “la dictadura perfecta”, ya que simulando una democracia, quien tenía el control de los tres poderes, el ejecutivo, legislativo y judicial, era el Revolucionario Institucional en la figura del mandatario del ejecutivo, también llamado el primer priista del país.

Recordar que fue hasta octubre de 1990 por presión de la oposición política y ciudadanos organizados que se crea un organismo que no dependiera de la Secretaria de Gobernación para organizar elecciones y posteriormente en agosto de 1996 cuando se hace autónomo y se ciudadanizan las elecciones, con un proceso de reflexión nacional y dialogo entre las distintas fuerzas políticas y grupos de presión para que hubiera equidad en la representación popular, en el legislativo.

El Poder Judicial  actual en México, ha tenido dos grandes reformas: una en 1994 y otra en 2021, las que sirvieron para quitarle dependencia y obediencia del poder ejecutivo y su presidente en turno, para modificar la estructura, funciones y facultades del Poder Judicial, y adoptar políticas internas para combatir la corrupción y el nepotismo.  Todo ello para un mayor beneficio social, fortalecimiento de la estructura trabajadora y menor dependencia política.

A partir de los años 90, fue cuando la oposición creció en todo el territorio nacional teniendo triunfos reconocidos en capitales de estados y entidades federativas, se dio efectividad a la representación proporcional que servía como una voz de la oposición en el legislativo federal; el diálogo y acuerdo era la forma de hacer política, los tiempos de la mayoría aplastante y la visión única se había quedado en el pasado.

El pasado 2 de junio la ciudadanía votó por la continuidad de los apoyos sociales, la narrativa del “ya merito” y la “esperanza de la promesa” por llegar, se quedó con 35 millones de votos para el ejecutivo, el 54.7% de los diputados federales y el 67.7% de senadores, además de la mayoría de los estados; con esta fuerza comenzó a buscar la llamada transformación que es tomar la representación proporcional mayoritaria, la eliminación de las instituciones autónomas y el romper nuevamente el equilibrio del poder al querer hacer dependiente al judicial del ejecutivo.

Ejemplos internacionales sobre visiones únicas de una nación tenemos varios, entre ellos el más reciente y cercano: Venezuela. Con un Instituto Electoral bajo la influencia del ejecutivo, un legislativo sometido al presidente; las instituciones judiciales y de justicia al servicio del ejecutivo y sus objetivos; la oposición política perseguida, la ciudadanía encarcelada y callada a golpes.

En Rusia se persigue a los opositores, se les encarcela y en ocasiones tienen muertes en extrañas circunstancias, pero con un presidente que quiere seguir en el poder hasta el 2036.

La sobrerrepresentación política no solo rompe el espíritu de las candidaturas de representación proporcional, que eran para que la oposición tuviera espacios, sino que a la vez vulnera la voluntad popular que si bien le dio el triunfo a una fuerza, le dio representación a otras; destruye la construcción democrática por que se luchó durante décadas a punta de sangre, manifestación y discurso.

Estamos ante lo que puede ser la muerte de la democracia por la democracia; pero a la vez la imposición de la visión única de país, donde el dialogo y el acuerdo solo son para acallar a la disidencia.

Le pregunto apreciable lector ¿Le gustaría vivir en un país donde ya no elija a sus representes?

 

Fuerza y animo Miguel Varela, porque aunque ganaste con votos quieren robarte el triunfo en la mesa.