“De hecho, la gente se pelea por una superstición tanto como por una verdad, o incluso más. Ya que una superstición es tan intangible que es difícil demostrarla para refutarla, y la verdad es un punto de vista, y por tanto, se puede cambiar.”
Hipatia de Alejandría, filosofa y científica egipcia
El pasado domingo se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Fecha que se institucionalizó para promover el pleno y equitativo acceso de ellas a la ciencia, así como reconocer el papel que desempeñan las mujeres y las niñas en los campos científicos.
La ciencia ha sido parte fundamental de la actividad humana. Desde su descubrimiento, ha hecho posible grandes beneficios para la humanidad y las mujeres siempre hemos desempeñado un papel esencial en este proceso. Sin embargo, la perspectiva de la presencia histórica de las mujeres como generadoras de ciencia sigue siendo virtualmente desconocida.
Pese a que mujeres y niñas somos la mitad de la población mundial, existe un evidente rezago en el acceso a oportunidades, lo que constituye una forma de violencia contra las mujeres, que acentúa la desigualdad de género y incrementa la brecha salarial. Antes de la pandemia del COVID-19, la Organización de las Naciones Unidas advertía de la gravedad de la violencia contra mujeres y niñas, siendo una violación de los derechos humanos de proporciones pandémicas.
Durante siglos, los estereotipos de género han mantenido a las mujeres y niñas alejadas de las ciencias. Un estereotipo por ejemplo, es la creencia de que los varones son mejores en matemáticas.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solo el 33 por ciento de las personas investigadoras en el mundo son mujeres; según la UNESCO (2019) 45.1%. La brecha de género en todos los ámbitos es innegable, particularmente en la participación de las mujeres en la generación de conocimiento científico, lo que sigue siendo una tarea pendiente.
La ciencia y la igualdad de género son fundamentales para el desarrollo sostenible de la innovación y la tecnología. La UNESCO reporta que sólo uno de cada cinco países ha logrado la equidad de género en la investigación, también se ha confirmado que las mujeres tienen salarios menores que los hombres en posiciones similares, los cargos con mayor responsabilidad son ocupados por hombres.
Las estadísticas a nivel mundial reportan que menos de 30% de lxs científicos en el mundo son mujeres. Además, los premios nobel en química, física, fisiología y medicina han sido obtenidos por 888 hombres, frente a las 59 mujeres que lo han logrado.
Los factores cualitativos que disuaden a las mujeres a seguir con sus carreras en las ciencias son la violencia de género, el matrimonio infantil, la trata de mujeres y la brecha laboral. En el último ámbito el de la academia en particular, numerosos estudios han encontrado que las mujeres publican menos, se les paga menos, tienen dos o más jornadas laborales y no progresan en sus carreras al mismo ritmo que sus colegas varones.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI (2020), 8 de los 10 empleos mejor pagados están relacionados con carreras de ciencias duras. No obstante, del 48 por ciento de la plantilla laboral de mujeres en el mundo, solo un 28% tiene un puesto relacionado con ciencia o tecnología.
México tiene un importante número de mujeres dedicadas a la investigación científica con importantes aportes, pero también existe una gran disparidad en la distribución de investigadores por género y área geográfica. De acuerdo al padrón del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), sólo 38% del total de los investigadores son mujeres. En nuestro país se requieren de acciones que promuevan la participación de las mujeres científicas e investigadoras como promotoras del conocimiento e innovación tecnológica.
La perspectiva de las mujeres como productoras del conocimiento en el campo científico hoy en día es más valorada y se reconoce el papel de la mujer en la ciencia, gracias a la dedicación, el trabajo duro y el compromiso que le otorgan a su disciplina y quehacer científico aunque sigue siendo insuficiente. Las mujeres que más duro se la ven son aquellas que son madres, ya que ellas se enfrentan a dobles o triples jornadas labores. Ésta, entre otras disparidades de género, no se resuelven celebrando una vez al año las labores de las mujeres, se requiere un cambio sistémico mediante nuevas políticas y mecanismos de apoyo en la ciencia.