¿La sororidad es para todas?

Por Pilar Pino Acevedo

El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”, Simone de Beauvoir.

 

La última canción de Shakira y Bzrp Music Sessions #53, dedicada a su ex esposo el futbolista Piqué, ha despertado polémica debido a que da a entender que fue cambiada por una mujer inferior a ella. La acusan de falta de sororidad, sin embargo, ella no es feminista; además de que hay algo más profundo en todo esto: la competencia entre mujeres. Es común -cada vez menos gracias al feminismo- que las mujeres compitamos entre nosotras, nos critiquemos, nos juzguemos y nos destrocemos para obtener la aprobación masculina. ¿Vale la pena? No, no lo vale.

 

Solemos pensar que solo los hombres tienen comportamientos machistas y patriarcales, pero lo cierto es que muchas mujeres aún los tienen. “El patriarcado opera no sólo con la oposición de hombres contra las mujeres, sino también, de manera crucial, poniendo a las mujeres políticamente correctas en contra de mujeres que no encajan en el absurdo molde social”, afirma  Valeria De Dios Mendoza.

 

Una conducta muy común en la vida de las mujeres, quienes constantemente al juzgar a otra de su sexo basándose en su vestimenta, aspecto físico o vida sexual, establecen un determinado parámetro con el fin de medir el valor personal. Las mujeres valemos por el simple hecho de ser personas, todas tenemos el mismo valor.

 

La violencia intra-género existe y se demuestra a través de acciones sutiles y poco perceptibles. Es una de las primeras formas es la competencia entre las mujeres, es compararnos unas con otras y una trampa del patriarcado que no nos quiere unidas y en pie de lucha.

 

Las etiquetas que son creadas por el sistema para mantener a la mujer en un estado de subordinación son utilizadas por las mismas para ganarse la aprobación social, desacreditar o incluso acceder a puestos de poder. El maniqueísmo entre buenas y malas, las religiosas y las herejes, las que se hacen respetar y las que no, las que se quedan en casa y las fiesteras, las santas y las putas.

 

Incluso esta normalizado que sí una mujer es violentada por un hombre en la calle o por su pareja en casa es por su culpa, como si el respeto no fuera un valor inherente, sino algo que debe ganarse con el “buen comportamiento” y así demostrar tu valor personal. Cuando el valor de las personas es consustancial a la dignidad humana. Por ello, las agresiones cometidas en contra de las mujeres son entendidas como causa irremediable de sus acciones.

 

Un cambio social real significa comprender que ninguna mujer tiene la obligación de encajar en el ridículo molde social para ser tan digna y tan titular de derechos como aquellas que cumplen con las características que les demanda el modelo de la “mujer ejemplar”. Ni tampoco de hermanarse con quien le hace daño. Entendiendo que si dañamos a otra en el nombre del patriarcado contribuimos irremediablemente a negarnos a nosotras mismas nuestra libertad.

 

La competencia sirve para que nosotras seamos las primeras aliadas del patriarcado, nos enseña que debemos competir por la aprobación social, lo que genera conflicto entre nosotras que puede devenir en agresiones psicológicas, verbales y físicas. La competencia entre mujeres corta sin piedad los lazos existentes basados en la sororidad. Lo que hacemos con este tipo de comportamientos es reforzando las estructuras machistas que han sido establecidas malamente para trivializar la violencia como manifestación del poder androcéntrico.

 

Las mujeres que son conscientes de la trampa que la enemistad que esconde el patriarcado nunca señalarán a su vecina, a su compañera de clase o de trabajo, amiga, prima, hermana o alguna extraña, condicionando el respeto que ésta merece al contexto del estigma social. Menos competencia entre mujeres y más sororidad, de otra forma no lograremos construir una sociedad inclusiva e igualitaria.

 

Por lo anterior, me sabe agridulce la competencia que terceras personas hemos generado entre Shakira y su contraparte Clara. Por un lado, Clara, desde el patriarcado compite dañando de forma consciente a otra mujer. Por el otro, al defenderse –para algo esencial en un mundo donde nos quieren dóciles y sumisas– ha generado una ola de odio contra otra mujer, si bien esta actúo de mala fe, quien las puso en esta posición fue Piqué,