En un taller de León, el cuero fresco despierta los sentidos. Artesanos cosen con maestría, dando vida a zapatos que llevan el alma de México. Pero los últimos años trajeron un reto: millones de pares extranjeros entraban sin pagar impuestos, opacando el esfuerzo local. En 2024, la industria del calzado perdió un 12.8% de su PIB y 11 mil empleos. Entonces, el 28 de agosto, en la mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard dieron un paso firme: eliminaron la importación temporal de calzado terminado bajo el programa IMMEX. Ahora, cada par que cruce la frontera pagará un arancel del 25%, nivelando el camino para los talleres mexicanos.
En Zacatecas, donde los talleres de Fresnillo y Jerez sostienen familias, esta noticia ilumina. Aunque más pequeños que los de Guanajuato, estos talleres son el corazón de sus comunidades. El año pasado, un alud de importaciones, que creció un 159%, llenó los mercados de calzado barato, forzando recortes y cierres. Con el decreto, hay esperanza de reactivar máquinas, contratar aprendices y fortalecer el orgullo de lo Hecho en México.
Pero el camino no termina en los talleres. El Senado, cuna del diálogo, se convirtió en circo el mismo 28 de agosto. Alejandro «Alito» Moreno, líder del PRI, desató una trifulca a empujones, mostrando el rostro crudo del PRIAN: sin argumentos, solo golpes. Durante el Himno Nacional, su espectáculo avergonzó a un México que merece debates, no peleas. Claudia Sheinbaum lo dijo claro: esto es autoritarismo, no democracia. Peor aún, senadores como Lilly Téllez, del PAN, llevan su deslealtad más allá, pidiendo en medios extranjeros la intervención de Estados Unidos contra México, un acto que roza la traición a la patria. ¿Dónde están las voces del PRIAN condenando estas actitudes? Su silencio es cómplice, revelando partidos que prefieren el caos y la traición antes que el diálogo.
El PRI de «Alito» acusa al gobierno de imponer, pero sus puños y las palabras de Téllez en el exterior hablan más alto. México camina hacia un futuro donde cada paso cuenta, desde los talleres hasta las curules. El PRIAN, con sus puños y traiciones, se hunde en su propio fango, mientras México elige avanzar con ideas y orgullo. ¿Seguiremos tolerando sus sombras o construiremos juntos una patria luminosa?