- El 61 por ciento de los niños mexicanos vive en pobreza patrimonial, 27.4 por ciento padece pobreza alimentaria: UNICEF
- Ni un político castigado a más de 10 años de la denuncia de Lydia Cacho de la Red de Prostitución Infantil.
“La infancia es a veces un paraíso perdido, pero otras, es un infierno de mierda”. Mario Benedetti
Por Norma Galarza/La Cueva del Lobo
Este 2016, se cumplen 62 años de que la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), instauró la celebración del día de los niños y las niñas. En el México contemporáneo, hablar de ellos, es hablar de un tema incómodo. Incómodo para la clase política y muy incómodo para una sociedad que condena de manera irresponsable su futuro al ignorar la importancia de proteger enérgicamente a uno de sus grupos más vulnerables.
Y es que, en nuestro país, ser niño se ha convertido en un verdadero reto para los poco más de 39 millones de menores que viven aquí. La pobreza los ubica como presas fáciles para la explotación laboral, sexual y el crimen organizado.
Ser niño en México, es, en muchos de los casos, una odisea cotidiana donde el logro, al final del día, es la propia supervivencia, porque las cifras de las condiciones en las que viven, son desalentadoras. De acuerdo a la UNICEF, del total de las niñas y los niños mexicanos el 61.2% se encuentra en condiciones de pobreza patrimonial (definición del CONEVAL), es decir que no cuentan con el ingreso suficiente para cubrir las necesidades de alimentación, vestido, vivienda, salud, transporte y educación, que les garantice llegar sanos a la edad adulta
Además, el 27.4% de los infantes en nuestro país sobrevive en condiciones de pobreza alimentaria. Sólo 6 millones de niños pueden acceder al “lujo” de una vida digna. El resto, no goza de tanta suerte. Alarmante.
Debido a estos factores de marginalidad, los niños son forzados por la necesidad a incursionar al mercado laboral, ya que, de acuerdo al INEGI, 2.5 millones de menores no están en la escuela porque tienen que trabajar para poder sobrevivir. La mayoría de ellos trabajan en condiciones de explotación y al margen de una “tibia” legislación, que hace como que no ve, a la hora de permitir los abusos, de empresarios que a pesar de la prohibición del trabajo de menores, se pasan la ley por el arco del triunfo.
Nuestro país ocupa el nada honroso lugar 56 de 197 del ranking de prevalencia de trabajo infantil, situación equiparable a la que viven países como Somalia, Myanmar y Pakistán, de acuerdo al análisis de Riesgo Internacional de Maplecroft (organización con cede el en Reino Unido).
Además de la pobreza, que expulsa a los niños de sus hogares a buscarse la vida fuera de estos y que trae consigo desnutrición y violencia, está en su contra el andamiaje político y legal, dónde la impunidad de la que gozan personajes poderosos y sus “cercanos” es una traba para acabar con otro problema no menor: La explotación sexual infantil
A pesar de que no existe una cifra exacta de los niños y las niñas explotadas sexualmente, los escándalos de casos sonados, existen. Muchos de nosotros recordaremos todavía aquella frase del ex Gobernador poblano, Mario Marín, que trascendió mediáticamente (solamente) cuando algunos de los involucrados en una Red de Prostitución que lideraba Succar Kuri, hablaban de que “acababan de darle un coscorrón” a la periodista Lydia Cacho por exhibir una Red de Prostitución Infantil de Puebla: “Tú eres el héroe de esta película, papá” le decía Kamel Nacif Borge, a Mario Marín. Ya pasaron casi 10 años de ese episodio y sin duda Mario Marín sigue siendo “el héroe de esta película” de horror para los niños explotados. ¿Dónde están Mario Marín o Miguel Ángel Yunes hoy? dos de los personajes exhibidos en “Los demonios del edén” de Lydia Cacho ¿En la cárcel? No.
Con casos tan sonados como el expuesto anteriormente, Nuestro país desde hace años se volvió el paraíso para las redes de pederastia y prostitución infantil ¿Qué tendrá que decir Donald Trump, de la horda de ancianos pederastas que exporta su país y que hacen de México su “Edén” de impunidad?
Hoy, las calles de nuestro México son el terror de cientos de niños a los que la guerra contra el narco, ha vuelto presas fáciles del sufrimiento y la muerte. Nuestros niños se enfrentan a la herencia que nos dejó Felipe Calderón, pero que Enrique Peña Nieto no ha podido (o querido) contener. La violencia de las pugnas por el territorio entre los grupos delictivos vino a acentuar las condiciones de vulnerabilidad de los menores en nuestro país y los volvió la carne de cañón de grupos delincuenciales que secuestran niños con fines de explotación de diferente índole. Es indignante que de acuerdo a Nacional de Investigaciones de Niños Robados y Desaparecidos, cerca de 45 mil niños sean arrancados de sus núcleos familiares cada año.
Las cifras son aterradoras, y cada vez es más notorio que lejos de festejos elitistas, urge que la sociedad se interese y se involucre la proteccion de los menores. Es evidente que como dice el refrán popular “de buenas intenciones esta tapizado el camino del infierno” y en México por desgracia, lo único que prolifera, son las buenas intenciones, pero éstas se contraponen a la nulidad de los hechos.
Sin duda que razón tenía el uruguayo Benedetti, con la frase que abre este “rosario de malas noticias” para los niños y las niñas mexicanos. Hoy nuestro país, se aleja mucho de ser un paraíso que garantice un futuro promisorio para ese sector de la población, es al contrario, un infierno, dónde la violencia, el hambre, el secuestro y la explotación son los monstruos que los aguardan en cada esquina y amenazan con tragarlos.