“Si se mira la guerra contra las drogas desde un punto de vista económico, el papel del gobierno es proteger al cartel de la droga”
Milton Friendman
Por Christian del Havre
La frase lapidaria que nos cae como balde de agua fría del premio nobel de economía, es una realidad que se vive latente en el mundo, sobre todo en países productores o de paso de drogas donde sus autoridades están rebasadas o coludidas.
Una definición simple, es que es una forma de gobierno en donde interactúan el crimen organizado y las autoridades. Tienen algunas notas características: la interacción entre autoridad y crimen permiten toda clase de actividades ilícitas al amparo de la ley, además de actos de corrupción e impunidad.
Otra característica es que el crimen organizado es el que “gobierna” y “controla” determinados territorios; nada de lo que ocurra en estas zonas escapa a su poder, incluido el ejercicio de la libertad de expresión. Según especialistas, existe participación directa o indirecta de la sociedad, ya que muchas veces, amplios sectores son cómplices y forman parte de las redes del crimen organizado, ya sea por la fuerza, por interés o necesidad.
El ejemplo más claro que tenemos es la Colombia de los 80’s, donde los carteles. y sobre todo Pablo Escobar. minaron las instituciones del estado a tal grado de ser dicho personaje un representante popular en el congreso y financiar campañas hasta del presidente Samper; además que vastos territorios fueron controlados por sus sicarios, tenía a la sociedad amedrentada y en otros casos cooptada por el supuesto desarrollo que les otorgó.
Aunque eso es historia y ha servido de inspiración para las series y novelas, en la actualidad existe un presidente con denuncia y recompensa por su aprehensión, sí, Nicolás Maduro el líder del cártel de los soles en Venezuela.
Desde su posición de poder, Maduro corrompió el sistema judicial ayudado por el presidente de este, Maikel Moreno, para crear o falsear casos criminales y civiles, así ayudar a sus amigos y socios, además de perseguir a sus opositores políticos. La trama no para allí porque Moreno también está denunciado por lavado de dinero.
Maduro ha polarizado a los venezolanos entre patriotas y traidores a favor del imperio yanqui, en cada discurso a la nación, justifica su falta de soluciones al acoso sufrido por el país del norte, desarrollando un esquema del oprimido valiente que debe sacrificar todo por el bien de la patria.
En Venezuela existe una zona devastada: es la cuenca del Orinoco, el tercer río más caudaloso del mundo, una zona rica en recursos naturales y minerales, que ha sido cooptada por grupos de la delincuencia y militares, es territorio de nadie al amparo de las ganancias que dejan las actividades ilícitas. Se debe señalar que por la importancia hídrica y forestal era una zona protegida, pero desde la llegada del Chavismo se ha ido degradando dejando a la ley de lado.
Las empresas estatales (que expropiaron muchas privadas) sirven como fachada para la simulación de actividades financieras, así lavar el dinero obtenido por las actividades ilícitas. La sociedad participa por amenaza o prebenda a tal grado que se normalizan los crímenes y se ven como un modo de subsistencia en un país golpeado por la carestía y el hambre.
Un último rasgo que se puede vislumbrar en el narcoestado venezolano es el militarismo, en el sentido de que las altas esferas, pactan con el gobierno para juntos controlar y ser parte del negocio. Esa forma de gobierno fue evolucionando en dos etapas entre 2000 y 2013, con una participación cada vez mayor de militares en áreas civiles y el desarrollo de un discurso militarista, y entre 2013-2021, con el predominio militar para sostener el régimen político.
Según Friedman, si un estado busca ganar monetariamente protegerá las actividades derivadas de la droga, pero las consecuencias de ello son desastrosas, ya que no se limitan a controlar solo ese mercado, sino también amenazan y monopolizan los temas como la construcción, agricultura, comercio, ganadería, derecho de tránsito y libertad de expresión; todo aquello que deje ganancia y acceso rápido monetario en detrimento de la sociedad y su desarrollo.