Revuelta en el Capitolio y el declive de un imperio

El pasado 6 de enero una turba furiosa irrumpió por la mala en ell emblemático edificio del poderío estadounidense:  el Capitolio.

Tal acción  tomó por sorpresa a la comunidad mundial. Las escenas que de vivieron en Washington, habrían sido inimaginables en otro momento; congresistas escondidos, extremistas de pie en el lugar que ocupa el vicepresidente en el estrado del senado, agentes de policía, armas, gas lacrimógeno.

Toda esa escenificación para impedir  que el triunfo electoral de Joe  Biden fuera certificado.

Las palabras que describían los hechos en los medios de comunicación fueron alarmantes “golpe”, “insurrección”, “sedición”.

De pronto los Estados Unidos fueron comparados con México en 2006 y con otros países latinoamericanos. Integrantes del gabinete de Trump renunciaron y le pidieron al presidente que condenara los hechos.

Sin embargo, el mandatario siguió instigando la polarización, lo que llevó que al final del día algunos republicanos pidieran la destitución del Jefe de Estado.

Para nosotros los mexicanos,  este tipo de protestas se han convertido en un hecho común no para la “democracia” más sólida del mundo. 

No obstante, debemos tener claro algo:Trump no es la causa sino el síntoma de un problema estructural del sistema y de la pérdida de la hegemonía de los Estados Unidos. Trump se convirtió en la voz de los olvidados, la norteamérica blanca, protestante y rural cuya furia dejo de ser contenida.

Trump versus el Estado Profundo

La sociedad norteamericana se enfrenta a problemas estructurales de tipo  económico-financiero, tecnológico y militar.

Según datos del Banco Mundial (BM) China supera a la economía estadounidense, considerando el PIB (Producto Interno Bruto) por paridad del poder adquisitivo, para los chinos de 23 billones de dólares y para los norteamericanos de 21 millones.

Desde el punto de vista financiero, nuestro vecino del norte, aún controla el sistema financiero y su moneda sigue siendo la principal divisa para realizar transacciones a gran escala. 

Hemos visto como los Estados Unidos tratan de combatir las innovaciones tecnológicas chinas –que están por encima de la gringas- con sanciones económicas, sin éxito.

Desde el punto de vista militar, China aún está lejos de los norteamericanos, pero avanza con rapidez en la modernización de su armamento.

Sin embargo, Rusia casi se encuentra en el nivel de los Estados Unidos, lo anterior gracias a todas las investigaciones y el conocimiento acumulado durante los años de la guerra fría.

La economía mundial paso de un mundo unipolar, con Estados Unidos como país hegemonico, a otro tripolar, con China y Rusia disputándole el puesto. Es decir, el contexto internacional dio un giro de 180 grados.

En el contexto interno estadounidense lo ocurrido en los últimos cuatro años con la elección de Donald Trump afianzó la polarización ya que  se mantuvo en confrontación constante con el establishment, es decir, con los conglomerados financieros, actores políticos-militares, Silicon Valley, entre otros.

La industria de las telecomunicaciones (medios impresos, televisivos y por internet) vetó a Trump. No para detener las protestas, la polarización y los discursos de odio, sino para frenar el derrumbe de las bolsas de valores en Estados Unidos. Situación que después de los hechos del 6 enero hubiera afectado también  las bolsas locales y  el tipo de cambio.

Quienes apoyan a Trump son básicamente los WASP (White, aglo-saxon and prostestant), es decir, la población blanca, anglosajona y protestante, que son mayoría. No obstante, existe un dato interesante los latinos que votaron por Trump, quienes viven en Florida y en grandes ciudades (65%), exceptuando California.

En este sentido, el nuevo presidente de Estados Unidos, Joseph Robinette Biden Jr. tendrá una fuerte oposición, pese a que los demócratas tengan la presidencia, cámara de representantes y el senado –la vicepresidenta será quién incline la balanza.

Existe la posibilidad de que los WASP inicien un movimiento paralelo al Black Lives Matter, que desestabilice o incomode al gobierno de Biden. El imperio estadounidense está en decadencia –Si el romano que era más sólido, cayó después 1 mil 500 años, porque este imperio no-; tiene como oponentes a Rusia y China, que han buscado alianzas con diversas regiones, para fortalecer su posición ante el sistema en el mundo.

Por su parte, los Estados Unidos utilizan sanciones o guerras para imponer su hegemonía.

La “democracia” norteamericana es frágil, no puede tomarse como ejemplo para otras naciones.

Tiene problemas internos como la desigualdad, violencia y la inestabilidad política de que un presidente, Trump, enfrentará por segunda vez un impeachment (proceso de destitución política o juicio político) por alentar la violencia. Se busca inhabilitarlo para 2024. La división es clara y atiza motivos para incentivar movimientos internos 

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