Sheinbaum, año uno: anticorrupción de alto voltaje y economía que no se duerme

Por: Alejandro Bonet

Un año de Claudia Sheinbaum: golpes certeros y alianzas que impulsan a México. Al cumplir doce meses en Palacio Nacional, la Dra. Claudia Sheinbaum ha tomado el timón con firmeza, alejándose de sombras pasadas para priorizar la lucha anticorrupción y la seguridad, mientras teje redes empresariales que revitalizan la economía.

Olvídense del viejo huachicol —o como se le llama, el “contrabando de combustible”—; en su primer año, destapó una megatrama que involucraba a altos mandos de la Marina, con 51 casos documentados por Mexicanos Contra la Corrupción, la mitad heredados de López Obrador. Pero ella no se quedó en promesas: extraditó a 55 criminales clave, como Rafael Caro Quintero, y redujo el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos en un 50 %, tras nueve diálogos directos con Trump para blindar la frontera.

Ahí entra la “barredora”, su estrategia de diez mil guardias en el norte, que logró reducir los homicidios en un 32 %. Sí, hay críticas por la violencia residual, pero los números hablan: México respira un poco más seguro, con reformas que entregan justicia directa a comunidades indígenas.

En economía, ¡vaya logros! Marcelo Ebrard, imbatible: inversión extranjera récord de 34 mil millones de dólares, inflación controlada y pobreza reducida, gracias a reformas que expanden programas sociales para mujeres de 60 a 64 años y becas para jóvenes. La Secretaría de Economía, bajo el TMEC 2025 —ese tratado con EE. UU. y Canadá—, relanzó “Hecho en México” en marzo, atrayendo a cámaras como el CCE y Coparmex en una cumbre de 302 líderes en Palacio. Sheinbaum fue clara: inviertan juntos, sin ceder soberanía ante presiones externas.

¿El resultado? PIB estable, aunque estancado en “cero punto algo”, y deuda que no explota: estabilidad macro que expertos califican como “estelar”, con obras como la refinería Dos Bocas premiada internacionalmente.

Claro, no todo es color de rosa. El Anuario de Corrupción advierte impunidad en algunos nexos con Morena, y la Marina enfrenta escándalos recientes. Pero Sheinbaum marca el paso: firma leyes que reconocen el agua como bien nacional, elimina concesiones neoliberales y garantiza derechos.

Es un gobierno de contrastes —avances en justicia social, diplomacia astuta—, pero el reto es convertirlo en impacto real, no solo cifras. No se trata solo de números: es un país que respira distinto. Y si la inercia continúa, en dos años México podría despertar la envidia de los gringos.

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