Un mal sueño

 

Por Raymundo Moreno

 

Amanezco con incredulidad, tengo noción de la amenaza flagrante que se cierne sobre nuestra República, más en la confusión matutina de quien se resiste a despertar prefiero asumir que todo fue un mal sueño, que el pasado 2 de junio los mexicanos supimos dimensionar la tragedia y contuvimos a la bestia. Los minutos pasan y la realidad se impone, reflexiono con pesadumbre sobre lo que estamos a punto de perder y lo difícil que será empujar la roca por la colina, como Sísifo, con la posibilidad perenne de que mañana tengamos que volver a empezar.

Me paseo por la redes y hojeo metafóricamente las primeras planas de los principales diarios nacionales y locales, es una vieja costumbre que aprendí de mi padre y mi tía María Elena Navia Millán, a quien recuerdo con nostalgia. La marcha de los muchachos de la UNAM, algunos alumnos del todo poderoso Coordinador Ricardo Monreal, me alienta. Leer a Pancho Garfias, a quien estimo, me sitúa en una verdad objetiva y lacerante. La obsesión presidencial por destruir las instituciones que nos costó décadas y cientos de muertos edificar está a punto de concretarse. Septiembre será, si no pasa algo extraordinario, el epitafio del sueño democrático de nuestros padres y abuelos. ¿Será que nuestra generación en definitiva falló?

La desaparición del INAI, la Cofece, el IFT, la CRE, la destrucción del Poder Judicial como baluarte constitucional y contrapeso, la abyección del Congreso, la derogación del federalismo como pilar administrativo dignificante, la sobre representación avalada por un INE y un TEPJF paradójicamente también amenazados y como colofón y burla, la presidencia de Noñora en el Senado. La catástrofe.

Tomo café, aunque no debería, y me armó de valor para escribir, grabar, salir a la calle e insistir, con algo de infantil ingenuidad, en la posibilidad de una esperanza humilde a la que me aferro como en el tango argentino. La promesa del bravo pueblo mexicano que antes ha sabido derribar a sus falsos profetas, la ilusión de una nueva presidenta que entienda del peso de la historia y se mesure, la expectativa de que al final, con un giro dramático digno de largometraje de Hollywood, la cordura impere. En tanto tengamos aliento, fuerzas y patria, debemos resistir.

Con dedicatoria para la Dra Gema Mercado y la maestra Judit Guerrero, a quienes aprecio y respeto.

 

 

 

 

 

 

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