Violencia, ponchallantas y percepción

«Quien atribuye a las crisis sus fracasos, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones»

Albert Einstein

David Monreal y parte de su gabinete en Texas

◾️Violencia en Zacatecas 

◾️Miedo en Villa Hidalgo y Villa García 

◾️Las cifras de la ENSU

◾️»Rodri» Miranda y Saúl

◾️Entonces ¿Vamos bien? 

◾️Un problema crónico 

◾️Corrupción e impunidad, inatacables

De salida

◾️Los límites de Saúl Monreal 

Por Norma Galarza

Violencia  en Zacatecas.- Mientras medio gabinete estatal “turisteaba” en las tranquilas calles de Forth Worth, Texas, Zacatecas vivía un fin de semana de horror. El sábado por la tarde, un grupo armado sembró ponchallantas en varios puntos de la zona conurbada tras asesinar y herir al menos a cuatro personas. El cerro de La bufa, emblema de la identidad local, se manchó de sangre cuando, a la vista de decenas de turistas, un grupo de hombres descargó sus armas, asesinó a dos hombres y lesionó a dos adolescentes, según cuentas oficiales.  El mismo día, a escasos 15 minutos de la capital del estado, en Morelos, integrantes de un grupo armado balearon la fachada de un domicilio particular. Ambos hechos derivaron en movilizaciones que congestionaron vialidades de las ciudades siamesas, Zacatecas y Guadalupe. 

Miedo en Villa Hidalgo y Villa García.- Con la élite estatal ausente, ayer domingo muy temprano, se propagó la noticia de que  cinco policías municipales de Villa Hidalgo fueron “levantados”.  La versión oficial, publicada en la página de la Vocería de la Mesa de Construcción de Paz,  afirmó que sujetos armados irrumpieron en la comandancia municipal y se los llevaron. Días antes, el martes,  en el municipio de Villa García, dos policías municipales corrieron la misma suerte. Uno de ellos apareció muerto con un narcomensaje. Ese contexto debería ser una explicación contundente de la razón por la que las cifras de percepción de inseguridad, en las dos zonas urbanas más importantes de la entidad, no bajan del 90 por ciento. 

Las cifras de la ENSU.-  Turistas y población local que el fin de semana paseaban por las calles o las vialidades de la urbe de cantera, pueden dar nortes a la autoridad del motivo de las cifras de la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU). No solo a Jorge Miranda Castro, que guardó sepulcral silencio frente a los hechos ocurridos en la que llama La capital de la Transformación. También a Rodrigo Reyes, el secretario de gobierno y a  Saúl Monreal, el alcalde de Fresnillo. Si bien en su demarcación no hubo actividad delictiva, se une a ese grupo porque también simula que no entiende el problema de fondo.  Al segundo de la lista,  Reyes Mugüerza, le tocó  cubrir al ejecutivo y fue vocero de la Vocería de la Mesa de Construcción de Paz -valga la redundancia-, estos días de crisis. En sus redes sociales,  redactó breves relatos de los hechos.  El mismo medio que usó el 20 de julio para publicar un sesudo análisis de las cifras que publicó el INEGI y no fueron de su contentillo. 

«Rodri», Miranda y Saúl.- Rodri” al igual que Miranda Castro y el alcalde de Fresnillo, pusieron el grito en el cielo hace días, porque, según ellos, no se explicaban  que no bajó un porcentaje mayor  la percepción de inseguridad en en la última medición trimestral del INEGI. No entienden porqué  sus cuentas alegres en la reducción del homicidio doloso,  no impactan en una reducción importante de la cifras de la ENSU. Y eso que no checaron el comparativo nacional. No es casual que nuestra tierra, sea la que mayor percepción de inseguridad tuvo en 2022. Imagine la incomodidad que les dará a los próceres del régimen cuatroteísta, saber que la percepción de inseguridad en el estado aumenta  paulatinamente desde 2011 y que tuvo su peor cifra en 2022. El nivel más alto de persepción de inseguridad desde hace 13 años, con 90.9 por ciento de la población de 18 años o más, en el primer año completo de David Monreal. Les va a dar el miminsky.

https://www.inegi.org.mx/temas/percepcion/

Entonces ¿Vamos bien?.-  Los acontecimientos del sábado dieron al traste con el empeño que le ponen los emisarios de la 4T en resaltar que vamos muy bien en materia de seguridad. Aunque justifiquen su optimismo en la estadística que afirma que bajó el homicidio doloso, la percepción no bajará si los eventos que se registraron esta semana continúan su ocurrencia periódica. Hasta aquí se nota que no han comprendido que el problema es más profundo y ellos, al igual que quienes les han antecedido en el poder, se engañan solos con cuentas alegres. Presuntas disminuciones de delitos que desde que inició la guerra contra el narco, han sido cíclicas. Suben y bajan según los impulsos de los miembros de los grupos criminales que operan al amparo de la corrupción con total impunidad. A los que nos ha tocado ser testigos de las disminuciones temporales en las cifras de homicidios eso nos queda claro. La tendencia natural desde medidos del sexenio de Amalia García, fluctúa. Periodos en los que el homicidio se dispara y periodos en los que disminuye. Así como los funcionarios hoy aplauden raquíticos resultados, aunque el problema de fondo persista, así aplaudieron los de los tres anteriores gobiernos.

Un problema crónico.- Las disminuciones de asesinatos que registra la estadística,  se diluyen en la tendencia ascendente año con año. Basta contrastar la cifra de los primeros 12 meses completos de gestión de Alejandro Tello (2017), con el primer año completo de David Monreal (2022). En 2017, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), Zacatecas registró 588 homicidios dolosos. El año pasado fueron 1090, según la misma fuente. En 2011, primer año completo de Alonso Reyes, se cometieron 119 asesinatos. En contraste, en 2005, primer año completo de Amalia García, el SESNSP registró 58 homicidios.  

Corrupción e impunidad inatacables.-  Finalmente, no hay que perder de vista, que tampoco el gobierno de López Obrador ha hecho gran cosa para erradicar   la impunidad  y la corrupción. Desde la torpe -o tal  vez conveniente a sus intereses- implementación de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón, los grupos armados se han multiplicado en relación directamente proporcional al número de asesinatos en el país.  Ninguna de las dos administraciones que le siguieron al panista, han procurado en serio, que el Estado arrebate la batuta a los grupos armados.  Quienes en 2018 respaldamos el diseño teórico de una estrategia de seguridad que prometía acabar con la inseguridad con políticas anti pobreza,  no aquilatamos, que más allá de ese reto, persiste la debilidad crónica de las instituciones. Dar dinero a los jóvenes para que no se enlisten en las filas del narco, no ha dado resultados contra la inseguridad porque ahora los grupos criminales secuestran a los jóvenes y los obliga a delinquir. Lo peor, es que frente a esa aterradora realidad, se hace poco. El gobierno actual hace en esencia, lo mismo que sus antecesores y tiene la osadía de esperar resultados diferentes. Frente a una política contra la inseguridad que no funciona, las entidades y sus municipios, deberían exigir cambios. No obstante, su papel es el de aplaudir y adoptar la táctica de culpar al pasado en aras de evadir las responsabilidades propias. 

De Salida

Los límites de Saúl.-Quien también se enteró de las noticias de un nuevo embate de la criminalidad desde el otro lado del río Bravo, fue Saúl Monreal. El alcalde de Fresnillo, pasó el convulso fin de semana en Los Angeles. Viene a colación porque semanas antes,  acudió a las oficinas locales del INEGI a que le explicaran la metodología-  ampliamente explicada en la misma ENSU-  que él no entendió. Indigndo porque la encuesta colocó otra vez a El Mineral como la ciudad mas insegura del pais, emprendió una cruzada mediática vana y absurda, que provocó pena ajena.  Y es que, no es a la institución que mide las variables de inseguridad a la que le debe hacer «panchos». Es al estado y a la federación. Son ellos los que no han cumplido su función. En su papel de presidente municipal, poco puede hacer para bajar la percepción. Desde que los estados cedieron de forma tácita la asignatura de la seguridad, a los municipios les queda solo diseñar estrategias de prevención. Al final, ese ente no puede enfrentarse al tú por tú a los grupos criminales que lo asedian, porque es como ponerse con Sansón a las patadas ¿O usted qué opina?

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