¿Y dónde están las verdaderas víctimas del colapso de los servicios públicos de salud?

Zacatecas padece varias taras innegables. Una de ellas es el sistema de salud cada vez más decadente. Dicha crisis vertebró ayer, una protesta de al menos 300 personas que paralizaron las calles de la capital del estado. La respuesta del ejecutivo ante ella,  fue la de coquetear con el fantasma de la represión. 

El motivo de fondo de que galenos y enfermeras  de hospitales públicos zacatecanos,  es la política pública que dinamita al sector salud, mientras se promete uno equiparable al danés. Empero,  se agrava por la necedad y soberbia de Oswaldo Pinedo, que desoye las peticiones de cambiar a directivos hospitalarios incompetentes y corruptos.  Desde la escalinata que une al Hospital General del IMSS con la Alameda, peregrinaron en fila india hombres y mujeres de batas blancas, hasta llegar a Plaza de Armas. Ahí los resguardaron, como si se tratara de peligrosos criminales,  al menos 5 camionetas de elementos de seguridad entre guardias nacionales y policías estatales. 

A la petición de trato digno, material y equipo para brindar un servicio de calidad, el Ejecutivo responde con intimidación.  Todo el empecinamiento -o por alguna clase de cochupo, hay que decirlo- del secretario  que  no quiere dar su brazo a torcer y se resiste a cambiar al director Mario Rodríguez y la administradora “Crucita” Ávalos, del Hospital General de Zacatecas. Caso similar ocurre en el Hospital General de Fresnillo, donde resulta que el director Vladimir Lorena Hernández, es intocable, aunque el contexto decadente al interior de esos nosocomios públicos ya es insostenible. 

Y es que, el desmantelamiento de los servicios de salud públicos en Zacatecas, que ya arrastraban serias deficiencias, no se puede negar.  Sin embargo, nuestra entidad es conejillo de un experimento de política pública federal, que acentúa las carencias.  Las últimas mutaciones en ese ámbito, las han agravado.  El paso de Seguro Popular a Insabi y luego a IMSS-Bienestar, tiene la sector salud al norte de la ignominia, pero los funcionarios empoderados empeoran esa circunstancia. Baste decir que a los galenos les faltan incluso los recetarios. El escenario nacional,  que según el Coneval en los últimos incrementó la pobreza por acceso a la salud de más de. 30 millones de mexicanos, se agrava en lo local  por cerrazón e indolencia. Resulta paradójico que directivos cercanos a Pinedo Barrios, tengan más peso que  los “héroes de bata blanca” que sacaron la casta frente a la pandemia de Covid-19. 

Pero ¿quiénes son las verdaderas víctimas de la evidente destrucción de los servicios de salud? Los usuarios. Sobre los que abarrotan los hospitales públicos y que reciben cada vez menos, se cimbra la espada de Demóstenes. Con los servicios de salud públicos al borde del colapso, caer en un hospital es casi como firmar una sentencia de muerte prematura, si se carece de recursos porque la gratuidad es cada día una falacia más evidente.  No obstante, no se ve en las calles el respaldo ciudadano. El pueblo parece adormecido, resignado a mendigar para cubrir por sí mismo el derecho a la salud, consagrado en el artículo cuarto constitucional. Sobra decir, que el Ejecutivo va ganando la batalla que personal de salud han dado en hospitales y en la calle. Sin un real respaldo popular, no hay empresa que pueda prosperar.¿ O usted qué opina? 

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