Por Pilar Pino
“Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo”
Jacques Cousteau, explorador, investigador y biólogo marino de origen francés
La sequía en 2023 rompió récords. Por la falta de lluvias y las altas temperaturas, se convirtió en el más cálido del que se tenga registro en nuestro país y el más seco desde 1941, según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
La sequía dejó de ser un problema exclusivo del norte de México. El año pasado, se extendió a zonas del centro y sur del país, con datos tan alarmantes, como por ejemplo, un avance de 1.28% en tan solo 16 días.
Según datos del Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en 2023 las zonas secas representaron 47.1% del territorio nacional al 15 de diciembre, para final de mes, alcanzaron 54.8 por ciento.
Para este 2024 el pronóstico es desolador. Enero inició con una quinta parte del país con algún grado de sequía. Solo el 24% del territorio nacional no registra afectaciones.
Al 13 de enero de 2024, 210 presas tenían un almacenamiento total de 66 mil 508 millones de metros cúbicos de agua, 26% por debajo del promedio registrado en la misma fecha de otros años. Además, 22 de las principales presas tenían un almacenamiento menor al 10% de su capacidad. Incluso, el Sistema Cutzamala, que lleva agua al Valle de México, anunció una reducción en su abastecimiento de 14.7 a 8 metros cúbicos por segundo.
A lo anterior también han contribuido la falta de estrategia gubernamental para mitigar los efectos del cambio climático y los recortes presupuestales a la Conagua (13% para este 2024), el organismo encargado de la seguridad hídrica de México.
A nivel nacional, 74% de la población mexicana ha experimentado interrupciones en su fuente principal de agua y 48% dijo que en algún momento le ha faltado agua potable en su hogar, de acuerdo con la encuesta Inseguridad de agua en el hogar, realizada por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana.
Con el 61.5 por ciento del territorio nacional afectado por sequías que han limitado el acceso al agua en los hogares en las últimas semanas, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) estima mil 613 municipios con sequías severas, extremas y excepcionales, con una especial incidencia en las regiones norte y centro del país.
Son 11 entidades que sufren directamente la sequía y con ella, la amenaza al crecimiento y desarrollo económico, así como el derecho fundamental del acceso al agua, sin que existan políticas públicas para afrontar la crisis hídrica. Baja California, CdMx, Aguascalientes, Morelos, Estado de México, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Guanajuato, Puebla y Zacatecas mantienen una exposición alta al estrés hídrico. Factores como el aumento de la población, sequías recurrentes y la sobreexplotación del recurso, contribuyen a este pronóstico.
Nos encontramos ante una emergencia nacional, el Estado debe declararla como tal y tomar acciones para, sino revertir, sí paliar los efectos nocivos de la sequía. El problema es que sus efectos seguirán en el mediano plazo y largo plazo. Sin embargo, tanto gobierno del estado como la federación se encuentran totalmente concentrados en el proceso electoral.
La problemática de la escasez de agua en México se profundiza con el cambio climático, un fenómeno desatendido por la 4T, y sus efectos serán más intensos, extensos y, en algunos casos, irreversibles. Además, que nos afecta directamente como consumidorxs, ya que influye el aumento del precio de los alimentos y en la especulación sobre el mercado de futuros.
La sequía se manifiesta ya de manera tangible. En Zacatecas, más de 12 mil campesinos se ven afectados por la sequía severa, aumentando los costos energéticos para bombear agua y dejando a muchos sin acceso a subsidios.