Por Raymundo Moreno
La detención del «Mayo» Zambada, célebre criminal hoy bajo custodia de las autoridades estadounidenses, da cuenta una vez más de la incapacidad operativa e ignorancia del Estado Mexicano sobre lo que pasa en nuestro territorio. Peor aún, desvela una profunda desconfianza de las agencias del gobierno norteamericano para con la administración de López Obrador, comenzando con el presidente mismo.
A la fecha no sabemos a ciencia cierta como es que los marshals vecinos se hicieron con uno de los delincuentes más “buscados” por el gobierno de México. No sabemos nada sobre el plan de vuelo del avión que lo trasladó, hay inconsistencias en cuanto a la participación o no de agentes extranjeros en territorio nacional e ignoramos quién orquestó la trama, lo que sí sabemos es que nadie le avisó a las autoridades mexicanas y siguen sin informarles gran cosa. El colmo del ridículo, nuestra secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, con el Jefe del Ejecutivo mexicano como testigo, no ha atinado más que a repetir lo que le dice la Embajada de Estados Unidos en Paseo de la Reforma.
La libertad con que la que los agentes estadounidenses operan en nuestro país no es cosa nueva, sin embargo, el desdén en el trato a la instituciones mexicanas sí ha alcanzado nuevos niveles. Quizá las sospechas fundadas del financiamiento a las campañas de Morena por parte del narcotráfico, quizá la predilección de AMLO por su amigo Trump o quizá la probada ineptitud administrativa del actual gobierno son motivos suficientes para el recelo, lo que no se justifica es la sorprendente pasividad de un gobierno mexicano que lo mismo es inútil para controlar la violencia doméstica, que torpe para tratar con otras naciones.
La soberbia de los gobiernos de Morena, en especial desde la última elección, combinada con su ignorancia son una mezcla catastrófica que nos seguirá persiguiendo por varios años.
Colofón
Aquellos populistas que se sueñan autócratas se reconocen entre sí, de ahí el bochornoso papel del gobierno de México ante el fraude en Venezuela y la admiración de AMLO por Maduro, Putin o Daniel Ortega.
Son enemigos de la democracia.